1.2.18

Carta de Valladolid

Gracias al programa "Por qué Leer a los Clásicos", del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte de España, y por iniciativa del profesor y poeta Fermín Herrero, acudí ayer a su instituto, el 'Juan de Juni', para charlar con sus alumnos de 1º de Bachillerato. Fue un rato muy agradable. Estuvieron atentos y, por eso, callados. Si tenemos en cuenta que fue a última hora de la mañana, esa buena disposición es aún más digna de elogio. 
Hacía un par de años que no iba uno a Valladolid y, desde Plasencia, el viaje es cómodo. Sobre todo si no te encuentras con la niebla, tan habitual durante el invierno en ese recorrido, desde Baños de Montemayor. Mientras esperaba a mi amigo, paseé un rato por los alrededores de la Consejería de Cultura, donde a esas horas se fallaban los premios literarios 'Fray Luis de León', patrocinados por la Junta, y que en el negociado de Poesía ganó, como estaba previsto, mi paisano Ramírez Lozano, que como le pasa con casi todos los galardones líricos de este país, ya había conseguido, al parecer, en una ocasión anterior. Luego observé el Pisuerga desde el Puente Colgante, que siempre queda bien cuando de volver a los clásicos se trata. Y que me perdonen estos, ya que los menciono, pero tal vez lo mejor del día fue el cocido que nos metimos entre pecho y espalda Fermín y yo. Extraordinario. En una casa de comidas al lado de otro puente, el Mayor, y de menú. Eso y la conversación, que con un poeta inteligente y ejemplar como Herrero siempre es un placer. No faltaron, como es lógico, los reproches a esa pseudopoesía que nos invade y a la situación catalana, por no decir algo peor, aunque lo sustancial no fue por ahí. Hubiera sido perder el tiempo. 
Todavía con sol, llegué a casa. Tan contento como cansado. Por un día me crecieron un poco los alumnos y pude salir de mi rutina. Es lo que tiene la retirada vida en la provincia.