30.5.16

El lugar del poeta

Vimos desde el principio que la revista literaria Años diez, vinculada a la editorial granadina Cuadernos del Vigía y dirigida por Juan Carlos Reche y Abraham Gragera, iba en serio. Para empezar, porque ellos dos son poetas serios. Lo comentamos aquí cuando salió su primer número y volvimos a ratificarlo cuando lo hizo el segundo. El tercero les ha salido redondo y viene con intención de agitar, para bien y con sentido crítico, las tranquilas aguas de la lírica patria, cosa harto espinosa a tenor de la abundancia y diversidad de propuestas que pululan por el panorama. Y por la apatía y falta de autocrítica predominantes. No todo es crisis. Se trata, en todo caso, de un magnífico monográfico titulado "El lugar del poeta (Poesía española para el siglo XXI)" y el diseño, asunto nada baladí, es del uno de nuestros mejores y más acreditados tipógrafos: Alfonso Meléndez. 
No tiene uno tiempo ni puede dedicarle todo el espacio que merece al análisis, digamos, de los espléndidos textos que lo conforman y que uno ha leído, lápiz en ristre, con la pasión debida. Intentaré al menos ofrecer una impresión general donde no falte una pizca de rigor.
En su editorial, tan preciso, leemos: "Desde que con el nuevo siglo desaparecieran de nuestro panorama literario las tendencias dominantes y, con las nuevas voces de los poetas nacidos a finales de los sesenta, en los setenta y los ochenta, el paisaje se volviera demasiado complejo y rico como para simplificarlo, numerosas antologías y estudios críticos no han dejado de ofrecerse como guías de lectura en el mejor de los casos, o como plataformas promocionales en el peor". Y sigue: "En Años diez pensamos que la falta de estéticas dominantes no es un mal en sí mismo ni el reflejo de un periodo de transición. A nuestro juicio, la variedad, que siempre ha existido, es ahora más evidente y necesita lectores y críticos que sepan apreciarla. Aunque variedad, diversidad, no significa ausencia de rasgos comunes ni es garantía de calidad".
El lector avisado (y el que no) tiene oportunidad de comprender mejor esa rica complejidad gracias a los artículos, ensayos, poemas y poéticas de sus colaboradores. Abre el fuego, con un texto valiente y muy pensado, Juan Carlos Reche: "El cometido del poeta", ilustrado con unos esquemas muy didácticos. Me ha gustado su ponderada revisión de lo ocurrido estos años de atrás, su interpretación del presente y sus prospecciones de futuro. Termina: "Estamos en un momento de la historia en el que el poeta más actual tal vez sea el más clásico, es decir, el mejor informado, el más responsable".
Le siguen aportaciones teóricas: "Dos miradas sobre el referente", de Pere Ballart ("Mezquitas que eran fábricas, o el poder transformador de la poesía": "dime cómo llevarás a tu verso un simple limón y te diré cómo funciona, como apuesta semántica y estética, toda tu poesía") y Lorena Ventura ("Como un árbol que cae el fruto: sobre el sentido y la referencia en poesía", un asedio sobre espléndidamente tramado a partir de un poema de Juarroz donde queda claro que "la poesía reinaugura la realidad" y "crea al mundo diciéndolo"). Ballart y Ventura son profesores universitarios en la Autónoma de Barcelona y la UNAM de México, respectivamente.
En "Poética", una nueva sección de la revista, Abraham Gragera nos traslada su versión del asunto a través de una excelente serie de poemas titulada "Dos espaldas" y Juan Andrés García Román, que opta por la prosa, se explica de maravilla en "Neorromanticismo: una poética de la necesidad": "se impone que la poesía vuelva a ser lenguaje, y lengua y habla".  
En "Partes de la oración", los poetas Guillermo López Gallego (autor de Afro -que estoy deseando leer- y de un precioso texto a favor de la poesía y sobre la función del poeta donde no falta una inteligente meditación sobre la ironía), Carlos Pardo (también lúcido, como acostumbra, defiende el carácter "intempestivo" de la poesía y afirma, irónico: "El poeta es el tema de la obra o el único mensaje"), Fruela Fernández (que llama la atención sobre algo que uno viene recalcando: "la proliferación de abuelos y abuelas en la literatura reciente" y que aprecia en la misma "una preocupación creciente por lo heredado y lo compartido: las hablas, los gestos, las anomalías, las memorias regionales"), Martín-López Vega (que define la poesía como "el libro de instrucciones de la vida que no nos dan cuando nacemos" y que subraya, con la seguridad que le caracteriza, que los poemas "que prefiero leer y me gustaría escribir son los que exploran esos límites invisibles en los que estamos a punto de dejar de ser algo para ser otra cosa distinta") y Unai Velasco (autor de la frase: "La función principal de la poesía es tender ese puente de acceso al mundo, a su conocimiento y su mejora") se expresan a través de los elementos del sistema comunicativo. En este orden, al emisor, mensaje, receptor, contexto y código ("El nombre exacto de las cosas", añade Velasco). 
Sólo faltaría "canal", como hacen constar los editores. Se encargó, pero... Más allá de los rótulos y del juego lingüístico, cada uno de ellos se refiere a su obra y a lo que entiende que debe ser la poesía presente y aun futura de esta época. 
En "Las voces y los hechos" se recogen dos originales diálogos "intergeneracionales" entre Luis Muñoz y Ana Gorría, por una parte, y Álvaro García y David Leo García (el televisivo de Pasapalabra, sí), por otra, con la particularidad de que esta última conversación es... en verso (y rima).
Cierran la muestra un puñado de poemas inéditos de Mariano Peyrou (que acaba de publicar una novela), Luis Melgarejo, Juan Antonio Bernier (con rima y todo), Alberto Acerete (que me ha sorprendido, no recuerdo haber leído versos suyos), Martha Asunción Alonso (incluida en la antología Nacer en otro tiempo, como Velasco), Alberto Carpio y María do Cebreiro (traducida por Ismael Ramos).
Me da que habrá un antes y un después, en la revista y en el citado panorama poético español, a partir de este monográfico. Y que propiciará otros parecidos. Para eso, como dice Reche, la crítica tendrá que salir de su "letargo". Eso sí, será difícil acertar tanto y reunir a nombres capaces de hilvanar discursos tan rigurosos y sensatos. Tal vez porque pertenecen a una promoción brillante de nuestra lírica, aunque no estén aquí todos los que son. Un ejemplar para guardar, sin duda.