17.3.16

Gómez y Flores: segunda vida

De nuevo en Vitruvio, como ocurrió con su libro anterior, el poeta cacereño Jesús María Gómez y Flores publica El tacto de lo efímero. El autor habla de sus "dos vidas", ya que una primera edición de esta obra apareció hace más de una década en la colección Alcazaba de la Diputación de Badajoz. Tras "una profunda revisión", el libro es "diferente". Se ha corregido, sí, pero también ha habido supresiones y se han incorporado nuevos poemas. 
Escritos, sobre todo, en Huelva, donde ejercía a finales de los noventa como juez, a este lector le llama la atención que estos versos tengan más de doce años. Lo digo porque el personaje que los encarna, alguien igual o muy cercano al hombre que los concibió, está más cerca de su edad actual, y de los estragos que ésta conlleva, que de la que tenía entonces. Uno, casi coetáneo suyo, así lo siente. Por eso, lo que uno aprecia en estos poemas, entre desengañados y melancólicos, es actualidad, digamos, ésa que no pierde la poesía que de verdad lo es.
Alude G. y F. a "La conciencia y la revelación de lo efímero, la necesidad de aferrarse a las personas, a los sentimientos que verdaderamente justifican el recorrido de la vida y que nos redimen del yugo de la incertidumbre". Muy cierto. Una de las partes, "Intrahistorias", dedicada a su mujer y a su hija, es, en este sentido, paradigmática. El amor filial y de pareja como tabla de salvación. Aquello que da sentido a la vida.
"La conciencia", parte inaugural (y una palabra clave del libro), da fe de que la dignidad y la coherencia deben gobernar los comportamientos de cualquiera. La noble, perturbadora existencia a la que se refiere en "Estado de sitio" y "Para no conciliar el sueño". En "Fantasmas" y "Secuencias de lo efímero" aflora el mitómano que habita en el impulsor de la asociación cultural Norvanoba; un hombre amante del cine, la literatura y la música: Janis Joplin, JRJ, Aleixandre, Greta Grabo...
Cierra el volumen "Reencuentros", un poema dedicado a su mujer: Deli Cornejo, donde el amor vuelve a justificarlo todo: "Es hora de que hablemos ese lenguaje / que sólo a nosotros nos pertenece".