9.1.15

Rocky tokio gang bang

Sí, Rocky tokio gang bang se titula el nuevo libro de Francisco Fuentes, tercero de los suyos, que publica con la letra W la colección Luna de Poniente (De la Luna Libros), a punto de cerrar su ciclo. Apenas le quedan tres letras, esto es, tres libros. (Eso sí, con sorpresa incluida, pues al menos uno de los libros que faltan es estupendo. Su salida será un pequeño acontecimiento, ya que se trata de un poeta que hace... ¡25 años! que no publica un libro de poesía.)
En éste, volviendo a lo que nos ocupa, Fuentes adopta la prosa (algo más que mera formalidad) y el diálogo y pone a hablar entrecortadamente a dos personajes que, entre la reflexión y el asombro, intentan explicar y explicarse "un mundo que se va". Escribe: "somos los seres del no los seres del ten cuidado de no cambies nada por si acaso".
Y lo hace fragmentariamente -un signo de nuestro tiempo-, a retazos. El poeta dice al mismo tiempo que calla, algo que remarca colocando puntos suspensivos y corchetes entre los mencionados fragmentos. 
La inminente ruina a que alude se refuerza con esa tipografía de restos, de discursos incompletos, de palabras a medio decir, de frases o versos rescatadas, digamos, arqueológicamente. 
Se entremezclan las afirmaciones rotundas ("No soporto a los seres ligeros", "Odio a las personas que utilizan esquemas para explicar cosas complejas") con las iluminaciones líricas ("y en el mapa de su piel yo soy Gaza"); las verdades aforísticas ("Si no tienes un lugar exacto al que llegar [,] jamás estarás perdido", "Las cosas borrosas son las más bellas porque nunca son del todo") con las dudas más hondas ("tengo miedo de no saber enhebrar mi propio corazón").
Los párrafos transitan entre lo alucinado y lo evidente, entre la realidad y el sueño, en una atmósfera intempestiva que a veces adopta aires apocalípticos y futuristas, muy acordes con ese nuevo mundo que anticipan las últimas tecnologías e Internet.
Abre el libro una cita de Ricardo Vicente: "Como estamos tan perdidos / he cambiado nuestra casa por un viaje." Y hay otras dos a lo largo del volumen, de Julieta García y Marcel Duchamp: "No hay solución porque no existe ningún problema."
Este lector se ha dejado llevar y ha disfrutado de esta obra arriesgada. Más allá incluso del sentido. Intentando comprender la desazón y el extravío de esta época póstuma.