14.6.14

Frost y Paz

Robert Frost. A mí también me gusta releer los libros. Desconfío de la gente que no relee. De los que leen muchos libros. Me parece una locura esa manía moderna, que solo aumentará el número de los pedantes. Hay que leer bien y muchas veces unos cuantos libros.
Octavio Paz. Una amiga me cuenta que han inventado un método para desarrollar la velocidad de la lectura. Creo que lo piensan imponer en las escuelas.
RF. Están locos. A lo que hay que enseñar a las gentes es a que lea despacio. Y a que no se muevan tanto. ¿Y sabe usted por qué inventan todas esas cosas? Por miedo. La gente tiene miedo a detenerse en las cosas, porque eso los compromete. Por eso huyen de la tierra y se van a las ciudades. Tienen miedo de quedarse solos.
OP. Sí, el mundo está lleno de miedo.
RF. Y los poderosos se aprovechan de ese miedo. Nunca había sido tan despreciada la vida individual y tan reverenciada la autoridad.
OP. Claro, es mas fácil que vivan por uno, que decidan por uno, hasta morir es más fácil, si se muere por cuenta de otro. Estamos invadidos por el miedo. Hay del miedo del hombre del común, que se entrega al fuerte. Pero hay también el miedo de los poderosos, que no se atreven a estar solos. Por miedo se aferra al poder.
RF. Aquí la gente abandona la tierra para ir a trabajar a las fábricas, y cuando regresan ya no les gusta el campo. El campo es difícil. Hay que estar siempre alerta y uno es el responsable de todo y no nada más de una parte, como en la fábrica.
OP. El campo es, además, la experiencia de la soledad. No se puede ir al cine, ni refugiarse en un bar.
RF. Exactamente. Es la experiencia de la libertad. Es como la poesía. La vida es como la poesía, cuando el poeta escribe un poema. Empieza por ser una invitación a lo desconocido: se escribe la primera línea y no se sabe lo que hay después. No se sabe si en el próximo verso no espera la poesía o si vamos a fracasar. Y esa sensación de peligro mortal acompaña al poeta en toda su aventura.

(NOTA: De la extensa y enjundiosa conversación entre Octavio Paz y Robert Frost que tuvo lugar durante el verano de 1945 en la cabaña del poeta norteamericano en Vermont y que fue publicada por primera vez en la revista argentina Sur, incluida luego en su libro Las peras del olmo y, por fin, en el segundo volumen de sus Obras Competas: Excursiones/ Incursiones. Dominio Extranjero.
Por cierto, el poeta Andrés Catalán prepara una edición de la poesía de Frost que publicará próximamente la editorial Linteo)