11.12.13

La poesía de Manent

Bien pensé que por culpa de los dichosos recortes (esa manida excusa) no saldría ningún título más de la colección Voces sin tiempo, de la Fundación Ortega Muñoz (que sostienen Clemente Lapuerta y Antonio Franco). Creí que ésa sería la más efímera de las colecciones de poesía, y Jordi Doce y yo, los directores más fugaces de un proyecto poético. Me equivoqué. Nos equivocamos, mejor, porque mi buen amigo me ha confesado que él tampoco las tenía consigo. 
Tras los libros de Mario Luzi (Desde el fondo de los campos, traducido por Coral García) y Philippe Jaccottet (Aires, traducido por Rafael-José Díaz), llega Antología poética, de Marià Manent (Barcelona, 1898), en edición y traducción de José Muñoz Millanes.
Gracias al profesor y ensayista moralo residente en Nueva York, uno conocía los Diarios dispersos (1918-1984), que publicó Trieste en 1985. (En uno de sus fragmentos se inspiró mi poema "Veduta del Golfo di Napoli", que forma parte de Una oculta razón.) Y sus versos por mediación de José Agustín Goytisolo, tan pendiente siempre de los poetas catalanes, que publicó un florilegio en Marca Hispánica, aquella ejemplar colección tristemente desaparecida.
También tengo a mano las casi 1.400 páginas en papel biblia de La poesía inglesa, en la preciosa edición de Janés, fechada en 1958, regalo de un amigo, el bibliófilo José Manuel Fuentes, una obra fundamental para comprender su dimensión como traductor, tanto al catalán como al castellano.
Millanes, que ya se había ocupado de Manent por extenso en un ensayo publicado en la revista hispanomexicana Letras Libres hace ahora diez años, nos introduce con la claridad y el rigor que le caracterizan en la poesía del poeta catalán, de la que ha seleccionado veinticinco poemas. No se olvide que Manent tan solo escribió cuatro libros, uno de ellos inacabado. Con todo, se nos recuerda oportunamente, la calidad de la poesía poco tiene que ver con la cantidad. Es el caso. No estamos, recalca, Millanes, ante una poeta secundario o menor. La suya es una poesía de estirpe mediterránea en la que se unen la celebración y la elegía y que tiene en la naturaleza, en el campo, su centro de gravedad, algo íntimamente ligado a la poesía inglesa que tanto estimó. Y a poetas como Rilke, Yeats o Cernuda.
Una poesía de extrema sensibilidad, frágil y leve, atenta a la impresión y al detalle. No en vano Millanes se refiere a Manent como "un poeta de lo microscópico".
No falta el aire oriental ("Epigrama de abril a la manera china"), otra de las pasiones poéticas del autor de La ciutat del temps. Ni poemas memorables: "Junto al Rin un monja medita"; "La tumba de Rilke (Rarogne-Valais)": "Aquí descansa la frente que se inclinó a menudo / al silencio y la sombra"; "A mi hija María..."; "A Mercè Gaspar de Sunyer...", etc.
Transcribo, como botón de muestra, el premonitorio poema que cierra el volumen, "Bien sé...":

Bien sé que he de deciros adiós,
nube lila y de fuego, nieve de clemátide.
El tiempo del hombre es breve
y la puesta de sol se confunde con la claridad del alba.

Pero espero que un día veré
renovada y más fresca la Tierra:
quizá siga estando, rosado, el melocotonero
y la miel de oro dormida en la jarra.