7.5.13

Marivián

Tratándose de novela, de narrativa en general, camino siempre sobre terreno pantanoso. O eso me parece. Fíjate que, como suelo decir, la poesía es más peligrosa, pero... A pesar de eso, he leído con creciente interés (me suele ocurrir siempre, los primeros pasos, las primeras páginas, me suelen dejar un poco descolocado) La gran Marivián, la última entrega de Fernando Aramburu, con el peso de la culpa por no conocer Los ojos vacíos, otra novela del mismo autor que junto a Bambi sin sombra formarían la "Trilogía de Antíbula".
En Antíbula, ese colectivista país imaginario que el lector siente tan real como cualquiera de los que formaron el Bloque del Este durante los años de la Guerra Fría, se desarrolló la vida de esa gran actriz, nacida Acfia Fenelina Benjamel en 1917, el rostro del régimen (dictatorial), una mujer "vacía", "adicta a los aplausos", "la poseída", que nos relata un periodista que investiga la verdadera biografía de la seductora diva. Lo demás tendrá que descubrirlo el lector. Para ayudarle está la esclarecedora reseña de Senabre, un crítico que viene siguiendo con atención la trayectoria del escritor vasco de la que esta novela no es un paso más, sino otro decisivo.
Me gustaría añadir algo, no sé si anecdótico. Me refiero a que la habilidad de Aramburu para crear ambientes o atmósferas (opresivas, aquí, la mayor parte) no sólo tiene que ver con las técnicas narrativas empleadas ni con la construcción de un determinado lenguaje adaptado a esas situaciones que se relatan, sino también con la invención de los nombres que adjudica a sus personajes y a los lugares por donde pasan o viven. Una  imaginativa forma de operar que, a mi modesto entender, se pone decididamente a favor de la historia.