2.12.12

La poesía de Alberto de Lacerda

La clásica colección Olifante publica una cuidada antología de Alberto de Lacerda bajo el título El encantamiento. El responsable de la selección, versión y prólogo es el poeta y diplomático extremeño Luis María Marina, Consejero de Embajada en Lisboa.
No es Lacerda uno de los más conocidos de la rica nómina de poetas portugueses del siglo XX. De ahí el acierto de esta presentación de su poesía que ha realizado Marina, eso se nota, con toda la delicadeza y con la mayor admiración. Sí, esto es más que un mero rescate.
Nacido en Ilha-de-Moçambique (Mozambique) en 1928, llega a la capital de la metrópolis con dieciocho años y tras una breve estancia (con el consiguiente paso por las cárceles salazaristas), Lacerda viaja a Londres en el 51 para iniciar un exilio que terminaría en su apartamento de Chelsea and Westminster, donde fue encontrado muerto en el verano de 2007. Está enterrrado en el Brompton Cemetery, también en Chelsea.
En un prólogo de elevado tono poético, que tiene más de profunda lectura de la poesía de Lacerda que de profesoral aproximación a su obra, Marina desvela la singularidad de una voz poética de quien fue, "por encima de todo", un servidor de la Poesía. 
De "bellísimo palacio transparente" califica su obra el traductor de la antología, dedicada a Luís Amorim de Sousa.
Pronto una comparación entra en escena: Sophia de Mello Breyner, lo que da justa medida de con quién nos estamos jugando los versos. Eso sí, a pesar de que compartiera aventura literaria con los de Távola Redonda (Cinatti, Mourão, Ferreira) y de que su primer libro aparezca junto a los de la citada S. de Mello Breyner, Ramos Rosa (un defensor a ultranza), Cesariny, Jorge de Sena, Helder y el mismísimo Andrade, Alberto de Lacerda levantó un lugar aparte, "una poesía fuera del tiempo" (según Casais Monteiro), demasiado personal como para admitir similitudes de grupo o escuela. Ve la poesía como "casa común" no como "trinchera", como "punto de encuentro". Eduardo Lourenço, que lo ha leído con la sabiduría que él gasta, alude a un "poeta sin mala conciencia".
Arpad Szenes, Portrait of A. de L., 1971. 
Con trece libros publicados y uno inédito, en la antología se recogen poemas de los cuatro primeros: 77 poemas, Palacio, Exilio y Color azul. El título obedece a que su obra, "postergada durante décadas en Portugal, es un canto (confesará en una emocionante entrada de su diario) a: “The sense of glory … El encantamiento. El absoluto. El éxtasis. En el amor, en el erotismo, en la naturaleza, en la amistad, en la experiencia estética, como creador y como espectador. Gloria. Una auténtica sensación de gloria que me cubre de lágrimas y me pone de rodillas frente a la eternidad”, nos explica Marina. Y añade: "La poesía de Alberto de Lacerda habita en un territorio circular delimitado por tres estaciones: el exilio, la divinidad y la luz". Exilio, precisa, de la infancia insular y luminosa, de su añorada isla natal de Mozambique. Exilio -"palabra central en el universo poético de A. de L.", según Ramos Rosa- que se localiza sobre todo en Londres ("a la orilla de un río corre mi vida"), aunque no dejará nunca de sentir saudade de Lisboa, otra de sus ciudades del alma. Exilio, en fin, de un exiliado por dentro y por fuera, que hizo de esa condición su fe de vida.
A pesar de lo dicho, Lacerda es un poeta que sólo se calibra debidamente cuando se leen sus poemas. Demasiado singular para recurrir a lugares comunes y otras frases al uso. Todo queda muy claro cuando uno se enfrenta a "Ventana" ("y todo está lejos y aquí"), "To night", "Hoy", "Lisbon revisited, 28 de mayo 1960" (un guiño pessoano para hablar de esa ciudad perdida), "'A Brasileira' del Chiado", "Bairro Alto", el magnífico y emocionante "La lengua portuguesa", "Exilio", "El Monstruo", "A la ciudad de Lisboa", "Regreso" (otra maravilla), "Declaración" (de nuevo Londres, "en el centro de la libertad"), "Cántico", "Un dios" o "El atleta". Poemas, y termino, que en una mínima parte pudimos disfrutar hace tiempo, traducidos por Marina, en la revista ovetense Clarín.