5.7.12

La reseña ultramarina


UN CENTRO FUGITIVO DE ÁLVARO VALVERDE

Antonio María Flórez

En uno de sus primeros poemas publicados, “Hojas de acanto y rosas”, Álvaro Valverde plantea el núcleo germinal de su poesía, una poesía con una voz que se ha hecho reconocible desde sus inicios por su dicción precisa y su ritmo acompasado, por su carácter meditativo y a veces elegíaco; y por componerse desde su Plasencia natal (1959), un lugar que el poeta ha convertido en “territorio” y atalaya de observación del mundo y de sí mismo.
Valverde, ganador temprano del Loewe, tal vez el premio poético más importante de España, con Una oculta razón (1991), desde entonces se ha convertido en uno de los autores referenciales de su generación y una de las voces más sólidas de la poesía española contemporánea, con libros tan solventes como A debida distancia (1993), Mecánica terrestre (2002) o Desde fuera (2008).
En buena hora la editorial sevillana Siltolá, en su colección Arrecifes, acaba de publicar Un centro fugitivo (2012), una muy completa antología en la que el autor ha cedido al crítico Jordi Doce la potestad y la responsabilidad de seleccionar lo más significativo de su obra de los últimos 25 años. En ella, en una sesuda nota introductoria, Doce caracteriza y devela las claves de una poesía que ahonda en el conocimiento del paisaje cercano, desde lo real y lo simbólico, y va desde fuera a lo más íntimo del ser humano, y desde aquí, centrífugamente, en círculos,  “viviendo en un afuera que es condición forzosa de ese querer ir adentro que los poemas encarnan con obstinación”.
Heredero del más hondo linaje meditativo de Machado, Unamuno, Cernuda y la poesía anglosajona, son reconocibles las influencias de la obra de César Simón, María Zambrano, Francisco Brines, Aníbal Núñez, Antonio Colinas y los “Novísimos” menos culteranos, así como de su paisano José Antonio Gabriel y Galán. El paso del  tiempo y sus estragos en los seres y los lugares, las reflexiones sobre el sentido de la vida y la sustancia de los sueños, sobre la metáfora del mundo y de la luz que ilumina nuestro viaje. Un deje de melancolía, un cierto fatalismo, condicionan y abruman, a veces, su dicción poética; no obstante, en sus últimos textos, inéditos, se aprecia una cierta evolución hacia una poesía un tanto más impresionista y despojada, como los dedicados a Tánger o al pintor Ortega Muñoz.
He aquí, pues, en nuestra opinión, uno de los libros más importantes publicados hasta ahora este año en España, que merecen toda nuestra atención por la calidad de una obra del todo  consolidada y por el magisterio de un poeta como Álvaro Valverde que marca una ruta distinta y muy personal, ajena a los condicionantes mediáticos, tan propios de la poesía española de las últimas décadas.
(Publicado en Papel Salmón, La Patria, 1 de julio de 2012)
Fotografía de A. M. Flórez. Hotel Vegas Altas de Don Benito