19.8.11

Manguel conversa

No sale muy bien parado Alberto Manguel en el libro recién comentado de Miguel Sánchez-Ostiz. Ve en él a un personaje contradictorio por mor de esa "esquizofrenia" entre ir en contra la industria del libro ("La idea más nociva que conozco es la del libro como industria") y, en tanto crítico de un gran medio, favorecerla acaso sin remedio. Como quiera que sea, se esté de acuerdo o no, uno ha leído con gusto Conversaciones con un amigo (Páginas de Espuma).  Manguel es todo menos un tipo aburrido y su vida es, al menos para alguien tan lugareño como yo, digna de una  insana  envidia cosmopolita. El "amigo" es el editor Claude Rouquet y entre los dos dan un moroso repaso a esa agitada existencia del escritor (por Argentina, Israel, Francia, Inglaterra, Tahití, Canadá y, por fin, Mondion, La Casa, de nuevo en Francia) y crítico que, para uno y para muchos, siempre será, ante todo, el autor de Una historia de la lectura. Son muchas las perlas que deja caer Manguel a lo largo de la conversación. En el cuaderno de hule han quedado anotadas no pocas. Por ejemplo, "ser consciente significa ser lector"; "todo lector es, por naturaleza, un antólogo"; "la gran literatura sólo puede ser ambigua"; "la duda es, justamente, el lugar del pensamiento"; "el poder del lector -leer el mundo con las palabras de otro".
Mencioné antes la palabra perlas y bien estará señalar que en un momento de la charla le confiesa a Rouquet que lleva más de cien páginas de una nueva novela. Su título: La perla de Extremadura.