30.3.10

Botellas, náufragos

Un lector, al que por discreción no llamaré por su nombre, me escribe para decirme que le han gustado las palabras de don Gregorio Marañón -para los extremeños, indisolublemente unido al viaje de Alfonso XIII a Las Hurdes- y añade que "le han invitado a la reflexión". Luego me ofrece una propia, muy de agradecer. Recuerda a Chomsky, aquello de que “no digo lo que pienso porque pienso que nadie piensa lo que yo pienso”. Eso fue, matiza, "en plena lucha contra el pensamiento único y antes de la aparición de Internet". Según él, "en medio de esta sociedad dirigida por mediocres" (que él califica de "mediocracia"), no es raro que algunos hayamos establecido en la red nuestros "cuarteles de invierno". Más allá, ésta nos permite leer a otros que, ojalá, escapan a esa misma mediocridad, siquiera sea porque piensan por sí mismos.
Hago también mía la conclusión de su carta: "Lo que más lamento de este proceso de empobrecimiento general que estamos viviendo es la sensación de que nos han cercenado la ilusión, las ganas de tantas y tantas personas que, cada uno en su ámbito, un día pensaron que era posible construir una sociedad mejor, una Extremadura mejor. A veces pienso que hoy por hoy, solo nos queda el refugio de la red (que no es poco)...".
Le he contestado, entre otras cosas, que uno -solitario en su isla-  se alegra de que alguien encuentre una de las botella que lanzó. De náufrago a náufrago.