2.9.09

Compás de espera

Pueden estar tranquilos los pacientes y silenciosos amigos de Ángel Campos Pámpano, así como todos aquellos que reconocen en él a uno de los poetas más interesantes del panorama literario español de fin de siglo, uno de sus traductores (del portugués) más lúcido y, por añadidura, una de las personas que más y mejor hizo por la normalización de la cultura en esta Comunidad Autónoma. Ya que éste no ha sido, se dice que el año que viene le será concedida, con toda justicia, la Medalla de Extremadura. Será postpóstuma, pero será. El decreto, al parecer, lo permite. No hay prisa. Si no la hubo para concedérsela en vida...
Podría entrar en detalles, pero, como Bartleby, preferiría no hacerlo.
Me alegro, cómo no, por mis condecorados amigos Miguel Murillo y Jesús Sánchez Adalid. Sé que a ellos no les habría parecido mal que se la hubieran dado a Ángel. Menos en una edición que celebra a Portugal, un país del que fue excepcional embajador. Ironías del destino, como suele decirse.
Esperemos, en fin, que no se repita una sinrazón: la que se cometió, por ejemplo, con Fernando T. Pérez González, al que se la negaron. Para siempre. Como Ángel Campos Pámpano, uno de los grandes valedores de la cultura de esta tierra; alguien que estuvo también en primera línea a la hora de recuperarla para la dignidad, la literatura y la historia.