20.7.09

De Extremadura

Así, De Extremadura, se titula el libro del inolvidable Fernando Pérez Marqués que ha rescatado con acierto el Ayuntamiento de Mérida (de la mano directa de su alcalde, Ángel Calle, y de la bibliotecaria por excelencia de la ciudad, Magdalena -o Leni- Ortiz) y que publica la Editora. Detrás, la mano discreta de Celes Pérez González, hija del secreto escritor de San Vicente. Cuatro esquinas de atención se subtitula, las que dan a la presencia de Extremadura en la obra de Azorín; a Manuel Godoy; a una tragedia, la del Alcalde de Zalamea y, por fin, a los "trasuntos literarios" de Mérida. De su salida dio cuenta su certero prologuista, el profesor Miguel Ángel Lama.
En lo primero que hemos pensado, la verdad, es en la alegría que se hubiera llevado Fernando hijo al ver de nuevo impresa la obra de su padre. Después, ya dentro del libro, nos hemos reafirmado en las bondades de la prosa del escritor y del maestro que llegamos a conocer en Badajoz (donde tiene calle) allá por el 82 del siglo pasado. Tan menudo él como su escritura, de deliberado gusto azoriniano. Precisa, sobria, modesta, del todo alejada de la ésa dizque lujosa, de sonajero (Marsé dixit), que les gusta gastar a ciertas plumas provinciales que, por cierto, se atreven a tomar su nombre en vano. Una prosa que uno lee con sucesivo placer y que si le recuerda a lo antiguo es por el regusto clásico que rezuma.
Del capítulo dedicado a Azorín, destacaría lo que escribe sobre "Las tierras" y "Las ciudades". Más por las líneas que uno y otro (tanto monta, monta tanto) dedican al paisaje extremeño (donde Pérez Marqués no puede evitar la mención de Ortega Muñoz) y al "alfoz" de Plasencia, tan caro al escritor de Monóvar.
Todo es aprovechable y sustancioso en el final, el dedicado a Mérida en los libros. De Plinio el Viejo a Lorca pasando por Ponz, Larra, Azorín, Borrow, Pemán, Santos Torroella, Ridruejo, Valhondo, Pacheco, etc. De Luis Bello, otro viajero que pasó por allí, se publicó hace unos años en la benemérita colección "Un libro, un euro" (que la actual consejera de Cultura se encargó de cerrar) Viaje a las escuelas de Extremadura. Pues bien, no por casualidad llevaba en la cubierta una vieja fotografía de unos alumnos de don Fernando Pérez Marqués.
Fernando hijo, por lo demás, rescató en la Editora otra obra de la que habla con la debida atención su padre. Me refiero a La última cigüeña, de Urabayen.
Qué bien me habría venido, y termino, haber leído esas páginas cuando me invitaron a escribir sobre Mérida. Qué envidia para cualquier ciudad que alguien escriba con tanta necesaria erudición y con tanto acierto sobre sus cosas. Sobre las que de veras importan.

Nota. Enrique Baltanás se hace eco en su blog de la aparición del libro.