14.4.09

Carta de Cádiz

Como nos gusta mucho Cádiz, aprovechamos el sábado para volver. Ni siquiera allí nos topamos con ninguna procesión. Estuvimos en un par de librerías que visito siempre, Quorum y Jaime, y pude comprobar que sus secciones de poesía decrecen. En el caos de la primera, encontré Nuevas cartas a un joven poeta, de Joan Margarit. Fue curioso: apenas lo cogí del estante, alguien, a mis espaldas, preguntó por ese mismo libro a la dependienta. Está editado por un nuevo sello: Barril & Barral. Se ve que quieren hacer libros hermosos. Éste lo es. Por cierto, el logotipo es de Guillermo Trapiello. La tradición continúa. Una vez leído, no puedo decir que me haya entusiasmado. Estoy de acuerdo en mucha de las (pocas) cosas que dice y disiento de otras. Normal. Lo recomendaría como lectura para poetas incipientes. Bueno, el que escribe poemas siempre lo es. Como Margarit, uno también leyó las Cartas de Rilke a su debido tiempo y, suelo recordar, me ayudaron a evitar peligros evidentes como el de la poesía amorosa. Y ya que la cito, me ha chocado que, al hablar de los poemas de amor, afirme que el orgasmo es "la más profunda misión de la vida". Sin pretender emular a Senabre, afean esta edición tan bonita expresiones como: "No tendría que haber de (sic) publicado aquel libro de poemas", o "... y el sonido de aviso que hace en algún lugar una excavadora o un dumper cuando hacen marcha atrás". Como suele subrayar el crítico, estos deslices en nada afectan a lo sustancial y esta breve poética gustará a los muchos incondicionales del arquitecto y poeta catalán.
En Jaime, en Corneta Soto Guerrero, una calle que da al mar, compré Una breve historia de la sombra, el sustancioso libro de Charles Wright que perseguía desde que hablaron (bien) de él Jaime Siles, Jordi Doce, Martín López-Vega y otros.
Por lo demás, en compañía de unos pocos amigos, subimos de nuevo a la Torre Tavira. No puede olvidarme de mis queridos Susi y Fernando ni, cosas de la vida, de Angelito: Juan Salvago, gaditano de Madrid y Conil e instigador de la asecensión, fue profesor de dibujo en Badajoz, amigo de Pámpano y colaborador de la mítica revista Melquíades.
La jornada en Cádiz terminó, como es debido, comiendo tapitas en un mesón de la calle Zorrilla, al lado de la Plaza de Mina.