16.11.08

Alborayque

Así se llama la revista de la Biblioteca Regional de Extremadura, como uno de los volúmenes de la famosa Biblioteca de Barcarrota. He pedido un ejemplar a su director, siquiera sea porque uno pertenece a su Consejo Asesor (compruebo, ay, que he sido degradado, antes estaba en el Comité Editorial). Dedica su segundo número a las letras y los libros de Extremadura, a los del periodo comprendido entre 1983 y 2008. De lo que he leído, me ha gustado mucho el texto de Serafín Portillo dedicado a la lírica. Argumenta una tesis peligrosa: que existe una poesía extremeña. Repasa, de paso, algunos sucedidos de estos intensos años.
Simón Viola se ocupa de la narrativa y, como suele, acierta en el panorama. Otro tanto ocurre con el que analiza, en torno al teatro, el bien informado profesor Torres Nebrera. No puede decirse lo mismo, según costumbre también, con la cosa sobre el ensayo. Por seguir con el infantil juego del ninguneo, silenciaré al artífice.
Ya conocía el extenso y bien intencionado discurso de Joaquín González Manzanares sobre la "industria libresca extremeña" por más que, como sostiene el profesor Lama, el término sea equívoco. ¡Qué más quisiéramos!
Rematan el tocho los artículos de Ana Teresa García sobre el sistema bibliotecario, de José Luis Bernal sobre "La Universidad de las Letras" (a propósito del papel capital de la Uex en este proceso) y de Juan García Pérez sobre la Extremadura de la transición.
Capítulo aparte merecen las ilustraciones. Las fotográficas, preciso. Las del iluminador Javier Alcaíns son muy bonitas. Por aquello de que no hay dos sin tres, alguno vuelve a colarse de rondón en la orla. Sin porqué. Otros, claro, no pasan el corte de la censura. Pequeñas miserias de la provincia, of course.