14.4.07

Valverde y Robles Piquer (confidencias)

Con motivo de la reunión anual de la Fundación Godofredo Ortega Muñoz, volví a encontrarme ayer en Badajoz, entre otros, con don Carlos Robles Piquer; por cierto, un gran conversador.
Como suele ser habitual en personas que saben que he escrito poesía, y por aquello de las coincidencias, me preguntó si era algo de su viejo amigo José María Valverde. Ya he contado alguna vez cómo él mismo me dijo cuando nos conocimos en esa misma ciudad que me habían confundido con su hijo, su sobrino... No éramos familia pero sí, por puro azar, paisanos.
Don Carlos me contó anécdotas de su relación con Valverde, una relación que se inició a principios de los años cuarenta (el primero era secretario de una asociación católica iberoamericana de la que el segundo era presidente) y no cesó, a pesar del cambio de rumbo ideológico del poeta. No cesa, mejor.
Al despedirnos me relató que Valverde le hizo un gran favor en un momento delicado. Cuando tuvo que tomar la decisión de si permitía o no la publicación en España de la primera novela de Vargas Llosa, La ciudad y los perros (1962). Los militares no veían con buenos ojos -o los políticos del Régimen se anticipaban a esa reacción, no lo sé- ese duro texto donde el peruano cuenta sus experiencias como cadete en el Colegio Militar Leoncio Prado. Fue entonces cuando el profesor le envió un informe esclarecedor sobre la novela que permitió a Robles Piquer autorizar la edición. Una sonrisa pícara anticipó un último comentario: que también mantuvo entonces una interesante entrevista con Varguitas, ahora don Mario.