22.7.05

Humo

Ayer mañana, en Cáceres, el humo de los incendios portugueses daba a la ciudad un extraño aire londinense. Por la tarde, camino de Béjar, el humo seguía nublándolo todo. En Plasencia, al anochecer, el humo era más denso y olía. En casa tuvimos que cerrarlo todo. Fue cuando nos enteramos (¡bendito internet, bendita radio!) de que había cinco incendios activos en Extremadura. Desde Los Ibores y Las Villuercas y Cañamero (¡lo siento, Antonio!) llegaban señales inequívocas de que el fuego es una seria amenaza y un angustioso peligro. ¡Qué ardiente sentimiento de impotencia! A tantos kilómetros de distancia y sin embargo...