22.11.16

Sol Gallego-Díaz dixit

Henri Cartier-Bresson
En un precioso y atinado artículo, como suelen todos ser los suyos, el titulado "Buenas enseñanzas para la ley de educación", donde recuerda la carta que Albert Camus envió a su maestro con motivo de la concesión del Premio Nobel de Literatura ("Pero cuando supe la noticia, pensé primero en mi madre y después en usted. Sin usted, sin la mano afectuosa que tendió al niño pobre que era yo, sin su enseñanza no hubiese sucedido nada de esto"), la periodista de El País escribe: "La educación debería hacernos comprender que leer, dominar la técnica o sobresalir en el manejo de Internet no nos hace mejores ciudadanos ni mejores personas. Finlandia, el país que ofrece la mejor educación del mundo, según multitud de estudios y de expertos, tiene un alto porcentaje de votantes ultraconservadores y xenófobos. Se puede recibir una educación exquisita y utilizarla para ser intolerante o cruel, o para lo contrario. Lo que deberíamos aprender en la escuela es justamente que una cosa u otra dependerá de nuestra propia decisión, individual, y que no está prefijada". Sí, como le decía el autor de El extranjero al señor Germain: “Creo haber respetado, durante toda mi carrera, lo más sagrado que hay en el niño, el derecho a buscar su verdad”.