19.5.16

Pere Rovira en la March

Pere Rovira (Vila-seca de Solcina, Tarragona, 1947) es el poeta número treinta y tres en la lista de cuantos han participado en el ciclo de la Fundación Juan March Poética y Poesía. Junto a Joan Margarit, el segundo poeta en catalán de la muestra, algo que no debería ser noticia en un país plurilingüe. 
En la página web de la Fundación se pueden leer tanto su conferencia como la lectura de poemas. Y el cuadernillo también está a disposición del lector. 
"Memoria de la poesía" tituló su charla sobre la poética que sostiene sus versos. O al revés, no lo sé. Me ha gustado la lucidez expositiva, algo coherente en un poeta de línea clara. "Se trata de escribir lo mejor que se pueda aquello que necesitamos escribir. Pero escribir lo mejor que uno pueda es difícil, como también lo es necesitarlo. Estos son, creo yo, los principios que cuentan para un escritor", leemos. Y: "Escribir poesía te ayuda a veces a ver venir las cosas que han pasado y a creerte que las entiendes mejor escribiéndolas que viviéndolas. De joven, tiendes a apostar por la versión literaria de los hechos; cuando envejeces, eres más partidario de la vida. Pero lo que cuenta no es lo que la poesía puede cambiar o recuperar de las cosas vividas, que es poco, sino cómo va configurándote a ti mismo. Un día comprendes que eres como eres, amas a quien amas y vives donde vives, por haberte dedicado a la poesía. Es un asunto circular: tu poesía surge de tu vida, pero tu vida va como va gracias a la poesía, o por culpa de ella", palabras que ya recogimos aquí en parte. Y más adelante: "Un escritor tiene que escribir, y si no lo hace, allá él. Tiene que escribir, si lo necesita, claro está; pero es que, si no lo necesita, es poco probable que sea escritor". O: "La poesía suele ser inconstante, por eso quizá requiere bastante constancia". También he subrayado, entre otras, estas líneas: "El escritor debe estar atento a las cosas, únicamente desde esa disposición contemplativa llegará a la más compleja expresión de la intimidad, una expresión que relaciona la vida íntima con el mundo". (...) "Como mínimo, la poesía sirve para leer, y leer es una forma de ser feliz" (...) "A juzgar por su insistencia en querer cambiarla radicalmente, hay poetas a los que parece que la poesía no les gusta demasiado. Yo soy partidario de la poesía, de la poesía de siempre, y me gusta que esté bien escrita y que se deje entender. Dos cualidades que, según he podido constatar, provocan a veces dudas y nerviosismo".
De los poemas de la antología -traducidos por Celina Alegre, sobre todo, Francisco Díaz de Castro, Vicente Gallego, Álvaro García, José Agustín Goytisolo, Antonio Jiménez Millán y Carlos Marzal- prefiero no decir nada. Que cada cual decida. Pero por si acaso, ahí va uno:

EL RELOJ DE SOL

Ya no hace caso nadie de mis horas,
ni de la raya negra que pongo sobre el tiempo,
ni de mi nombre, el más altivo y raro
que se ha dado a una cosa.
No puedo ser exacto, como los hombres piensan
que lo son sus instantes; yo marcho con el sol,
y me gusta pararme cada tarde,
no medir el fulgor de las estrellas,
descansar en lo oscuro, ser reloj de los muertos.
Caminante que ahora estás mirando
unas cifras antiguas en la piedra dorada:
yo no soy una lápida. También tu luz
se apaga cada día, y sueñas con fantasmas,
y en el corazón tienes un corazón de tierra.
Te deseo que el sol conforte tu vejez,
que caliente a tu sombra desvalida.
Y cuando un día muera tu nombre en una piedra,
que alguien quiera leerlo con piedad.

(Traducción de Celina Alegre)