19.3.16

Anáfora

La revista asturiana Anáfora cambia de aspecto, pero sólo por fuera. Pierde el color blanco y el tipo de papel, poco sufridos ambos. Dentro, se mantiene la misma línea clásica, tanto en su aspecto como en el tono de sus colaboraciones.
En esta entrega, abre el fuego un excelente poema de Julio Martínez Mesanza, que ya sabemos lo poco que se prodiga en estos ámbitos. Le siguen versos, en este orden, de Á. Valverde, K. C. Iribarren, B. Clark, M. A. Alonso, R. Olay y R. Acebal.
Andrés Catalán ha aprovechado su estancia en la Real Academia de España en Roma para traducir dos poemas de Sandro Penna, al que algunos leímos acaso por primera vez gracias a la plaquette Quince poemas, que, en versión de Luis Antonio de Villena, publicó en 1979 la colección valenciana Septimomiau.
Pablo Núñez, uno de los coordinadores de la revista, conversa con Luis Alberto de Cuenca.
De la sección de Prosa, destacaría el extenso artículo de Juan Bonilla, que nunca defrauda: "Auge de un género: los diarios"; los agudos aforismos sobre poesía de José Luis Argüelles, llenos de sentido poético; la crónica viajera e irlandesa de Ángela Arambarri; y esa visita de Frederic Prokosch a Maurice Baring que tuvo lugar en 1937 y que, según Jorge Ordaz, su relator, se quedó fuera de Voces, las famosas memorias del primero.
Con un puñado de reseñas se cierra el número. Entre ellas, la que se ocupa de la antología de Joan Vinyoli Xuegos p’apostalgar la muerte, florilegio del poeta catalán traducido al asturiano por Antón García.
Para los más curiosos, aquí una muestra. Querrán más. Seguro.