23.9.15

Una novela de Taravillo

No es uno muy de novelas, insisto. Pero esta, Los huesos olvidados, tenía que leerla. Porque la firma un poeta, crítico y traductor al que estimo, Antonio Rivero Taravillo, y porque uno de sus protagonistas es el Nobel mexicano Octavio Paz. Por eso Renacimiento la publicó el año pasado, aprovechando el primer centenario del nacimiento del autor de Piedra de sol. Y no sólo. Se trata de un relato real, que diría Cercas, muy literario, que da cuenta de vicisitudes relacionadas con un determinado, intenso momento histórico, la Guerra Civil del pasado siglo, y, en consecuencia, por él desfilan numerosos personajes, escritores sobre todo, que vivieron o sufrieron esa época contradictoria, llena de esperanzas y de desilusiones. No me gustaría destripar el sutil argumento de la novela. Baste decir que se lee con gusto y facilidad y que aporta muchos datos, tanto en el aspecto literario, ya se dijo, como en el político. Hay algo de didáctico en el empeño, y no me parece mal que así sea. Más allá de Paz (y de su mujer entonces, Elena Garro), Encarnación, madura profesora sevillana, busca en Ciudad de México (y alrededores) el rastro de su padre, al que no conoció, Juan (o José) Bosch, un viejo amigo de infancia al que dedicó Paz su poema "Elegía a un compañero muerto en el frente de Aragón", publicado por primera vez en el número 9 de la revista Hora de España, en pleno conflicto, allá por septiembre de 1937.
Rivero Taravillo conoce bien esos años. Se nota. Y aquella literatura. No sé si sus precisiones resultan del todo eficaces narrativamente hablando, porque uno de narrativa entiende lo justo. Sí noto exceso de celo en los detalles aportados, con llamativa minuciosidad, cuando menciona, por ejemplo, las calles de Ciudad de México que Encarnación recorre; si bien, como el resto de nombres de restaurantes, bares u hoteles que también cita, aportan a la trama un tono modianesco nada desdeñable. Por lo demás, ese conocimiento le viene, entre otras razones, por su condición de biógrafo de otro de los personajes secundarios del relato, Luis Cernuda. Sus indagaciones sobre la vida del poeta sevillano le llevaron a viajar a México, de ahí que...
Lo dicho, he pasado unos ratos muy agradables en la piscina con Los huesos olvidados, que viene a unirse, como resaltan los editores a libros que mezclan también realidad y ficción y que se sitúan en la misma época, como Homenaje a Cataluña de Orwell o Enterrar a los muertos del recién premiado Martínez de Pisón; sin olvidar, claro está, Soldados de Salamina, del citado Cercas.