22.5.15

Memorias de un bibliófilo

Aragonés, por más señas. En 2003 publicó José Luis Melero (Zaragoza, 1956) Leer para contarlo, sus memorias de bibliófilo y de esa obra dimos aquí cuenta hace un par de años, que es cuando la conocimos. Ahora, Xordica (todo queda en casa) lo edita de nuevo y, por cierto, espléndidamente, con un bonito dibujo en la cubierta de Jorge Gay, numerosas ilustraciones con portadas de libros a lo largo del volumen y, al final, un impresionante "Álbum fotográfico" al que precede un concienzudo índice onomástico. Melero ha escrito un prólogo para la ocasión donde, entre otras cosas, explica que no lo ha reescrito porque eso "sería una forma de traicionarlo". No por eso, a decir verdad, deja de parecer otro, ese milagro que se produce cada vez que emprendemos otra vez la lectura de una obra ya leída.
Que en lo de la bibliofilia, como en todo, los tiempos han cambiado es lo que nos cuenta Melero, con el sentido del humor que le caracteriza, en esas páginas iniciales. Se refiere a lo de comprar libros de viejo por internet, a lo de hacer consultas en la Wikipedia y otras lindezas que permiten al bibliopola adquirir tal o cual volumen desde casa, a golpe de clic y en zapatillas. También a que estas nuevas prácticas han dejado atrás "los chollos" y a los libreros poco informados. No se olvida de los amigos que ya no podrán ver, por desgracia, la nueva edición. José Antonio Labordeta y Félix Romeo, por ejemplo.
Pasión es lo que ni le faltaba ni le falta al maño, algo que logra transmitir como pocos letraheridos. No, nunca nos divertiremos tanto como lo hizo él "buscando esos libros, leyéndolos y escribiendo sobre ellos", pero casi. Y ya que lo menciono, no está de más volver a recordar que este diletante (en el mejor sentido del italianismo, el que usaba Matamoro hace poco para definir a Barthes), a diferencia de la mayor parte de los meros coleccionistas de libros, afirma sin empacho que "a mí lo que de verdad me gusta es leer". "Al fin y al cabo -precisa- uno es solo un lector y ni siquiera -ironiza- de los mejores".
Nos felicitamos, en fin, de que Ignacio Martínez de Pisón, en nombre propio y en el de su grupo de amigos, le dijera un buen día: "Todos hemos escrito un libro menos tú. Tienes que escribir un libro. Ya vale de antologías, prólogos y articulitos. Tienes que ser escritor como nosotros". El resultado es éste. Un libro que gana y que nos gana. Incluso a quienes no tenemos afición por la bendita bibliofilia.