3.4.15

De cine

De Juan Antonio Bermúdez (Jerez de los Caballeros, 1970) dimos aquí breve noticia cuando llegó su libro Compañero enemigo. Fue en 2010. Ahora se publica Sesión continua en el Salon Indien, letra X de la colección Luna de Poniente, su tercer libro de poesía. Un libro, sí, de cine. Ya desde el título y las citas que lo abren, muy bien escogidas. Después, en distintas partes que hacen referencia a diferentes cines vinculados a su vida (el Balboa de su infancia; el Rialto sevillano de su juventud; el Nuovo Sacher, la sala romana de Nanni Moretti; el Atrium Beba-Palast que estuvo en Berlín; y el que da título al libro, donde los hermanos Lumière organizaron "la primera sesión pública y cobrada del cinematógrafo"), después, decía, poemas, un puñado de apasionados poemas que llevan al principio la leyenda "A partir de..." y que se refieren a otros tantos filmes de directores como Lamorisse, Tati (con Mon oncle al fondo) Truffaut, De Sica, Lang, Cukor, Trnka, Angelopoulos, Soler ("Romance del lago viaje" un precioso poema), Chaplin, Pasolini, Iosseliani ("La radical pasión"), Cassavetes ("Nigth People" y el jazz), el citado Moretti ("Hay algo que me gusta por encima de todo", un poema que gustará a todos los morettianos), Tanner ("Jonás"), Vigo y Deren. 
Poemas escritos con un gran sentido del ritmo (un rasgo muy cinéfilo), gran dominio léxico y con imágenes a la altura también del noble empeño de lo que podríamos denominar lecturas cinematográficas. Porque hay reflexión y no sólo sentimiento en su propuesta. Hondura y no meros homenajes, que también, acerca de un arte al que dedica el extenso poema final que tiene un elocuente título: "Todo es juego (Apuntes para una historia del cine sin mayúsculas)". "La luz como escritura", leemos allí. Y: "Todo cabe en el juego, todo es juego / cuando varios se juntan a mirar / una sombra que danza y ven la vida / posible, simulada y sin embargo..."
Me cabe, como lector, una duda en lo que concierne a este empeño: si haber visto o no las películas a que cada poema alude es determinante para la comprensión cabal de la obra. Después de darle algunas vueltas, concluyo que no, que no es imprescindible, aunque supongo que eso ampliaría el disfrute y dotaría a esa lectura de una dimensión más rica y profunda. Con todo, insisto, los poemas son autónomos y como tal han de leerse, según la voluntad de su autor, que no adjunta un cedé con fotogramas. Por lo demás, casi todas las mencionadas son conocidas y no me extrañaría que vistas incluso en algunos de esos simbólicos cines que todos llevamos a cuestas, o en la televisión, si uno nació hace unos años, cuando el cine clásico era habitual en la programación de las cadenas públicas. 
Bonito libro el de Bermúdez, del que salimos como si lo hiciéramos de una sala oscura después de haber visto una hermosa película.