20.3.15

Revistas literarias

Ya comenté que Angelís Dimitris nos había anunciado la salida del número 10 de la revista Frear. Allí, entrevistas exclusivas con Adonis, Margaret Atwood, y Jaime Jaramillo Escobar; poemas inéditos de Rafael Guillén y Mario Bojórquez; la segunda parte de un ensayo del escritor ruso Mikhail; y colaboraciones, también inéditas, de Ilya Kaminski, Alicia E. Stallings y de uno mismo. 

REVISTAS LITERARIAS: REVIVAL

Como tantos, uno era de los que pensaban que eso de las revistas literarias en papel era cosa del pasado y, sin embargo, florecen como en los mejores tiempos, esos que ya ni se recuerdan. Para mí, ser analógico por excelencia, no deja de ser una alegría.
Hablo de hace poco, apenas unos años. Uno detrás de otro, se iban consumiendo esos referentes en los que los primerizos escritores y, sobre todo, los aspirantes a poeta habíamos velado nuestras primeras armas.
Revistas importantes, de fuste, sostenidas con fondos públicos o por la iniciativa privada, y otras que sólo eran fruto del esfuerzo de un grupo de entusiastas letraheridos, pero no por ello menos sustanciales.
Llegó un momento en que quedaron pocas y algunas de esas pocas, todo hay que decirlo, heridas de muerte o, cuando menos, languidecientes.
Es verdad que las revistas suelen ser flor de un día, si bien esa fragilidad, por paradójico que parezca, haya sido en numerosas ocasiones su mayor fortaleza.
Era la crisis, sí, que se anticipó en todo lo referentes a las ayudas culturales (esto es España), y, cómo no, la llegada de Internet. A partir de ese momento, era más sencillo y barato digitalizarlas y abandonar, en consecuencia, el clásico formato de papel.
Fue cuando uno, suscriptor de no pocas en su juventud, abandonó esa afición tan ligada a lo que la poesía es y ha significado.
Por suerte, para entonces ya había sido partícipe, desde la primera línea, de algunos proyectos publicados en tinta. De la separata de literatura de la modesta revista placentina Retazos se encargó, por ejemplo, uno. Más tarde, junto a Ángel Campos Pámpano (alma de ese invento) y Diego Doncel, fundamos Espacio/Espaço escrito, la primera revista hispano-portuguesa en dos lenguas del panorama ibérico. Ahora, me honra figurar en el Consejo Asesor de Suroeste, que dirige el lusista Antonio Sáez Delgado, digna heredera del espíritu de aquélla, que amplía sus lenguas originales a todas las oficiales de España: catalán, gallego y vasco.
Sin desdeñar algunos proyectos internáuticos de indudable calidad y ya larga vida, el florecimiento de nuevas aventuras literarias adaptadas a las viejas hechuras me llena, ya dije, de contento. Así, a clásicas como Clarín, Sibila, Turia, Ínsula, Quimera, Cuadernos Hispanoamericanos, etc., se unen ahora, pongo por caso, la sevillana Estación Poesía (que revitaliza la larga tradición revisteril andaluza), la asturiana Anáfora (vinculada a uno de los grandes animadores de estos efímeros inventos: José Luis García Martín) o la granadina Años diez (promovida, como la anterior, por una pequeña editorial). Afortunadamente, no son las únicas.
Vuelve uno a ellas y no puede por menos que reconocer que encuentra allí lo que siempre ha buscado en los libros impresos: el olor, la tipografía, el tacto y, en general, la visión de la verdadera y más genuina literatura.