8.9.14

Los animales de Martí

No sé por qué no he leído antes este pequeño libro de mi admirado Orlando González Esteva, poeta cubano de Miami. Un misterio. Y una equivocación.
Animal que escribe (Vaso Roto) abrió la preciosa colección Cardinales. Era el único de los volúmenes aparecidos ahí que no había comentado en este rincón, aunque ya me espera la lectura de uno nuevo, Zona de divagar, de Jordi Doce, y la adquisición de otro más: Teresa de Ávila, de Kate O'Brian
En Animal que escribe, González Esteva analiza de una forma tan sagaz como entretenida la obra de José Martí y su relación con los animales, una presencia constante y sustancial, en cualquiera de sus formas: la poesía, la prosa, el artículo periodístico... La mariposa, la araña, la mosca, el caballo, la mula, el jabalí, la hormiga, la abeja, el elefante... Sí, "el animal de Martí es un mutante". Como bien decía el autor de Versos sencillos, "Cada hombre lleva en sí todo el mundo animal". Martí no hablaba el idioma de los animales (Esteva alude, en concreto, al de los insectos), pero, podemos generalizar, lo entiende. 
Pero hay mucho más que un profundo conocimiento de la obra martiniana en este tratado. Basta leer sobre los zapatos del poeta o el capítulo "Teosia" o, en fin, el dedicado al descubrimiento del micrófono (Esteva es un profesional de la radio), "No matarás". 
También son muy significativas las constantes reflexiones y comentarios sobre los cubanos, su patria (para muchos perdida) y la cubanidad (un término para englobar ese problema), como es fácil de imaginar en un exiliado de la isla que se refiere a la vida y obra del, acaso, mayor poeta cubano de todos los tiempos. El poeta nacional, digamos. 
El tono del ensayo es personal y eso ayuda al lector, que se inmiscuye de manera directa en lo que se canta y se cuenta en esas páginas.
Para finalizar, más allá de lo que la obra tiene de reivindicación y redescubrimiento de la literatura de Martí, destacaría una faceta del poeta que uno desconocía: la de defensor de los animales (en contra de las corridas de toros, por ejemplo), lo que le llevó no sólo a escribir páginas magníficas a favor de esos seres complementarios, sino a elogiar a Henry Bergh, creador de la Sociedad Americana para la Prevención de la Crueldad contra los Animales, y su tarea proteccionista. Inspirado en él, dijo: "No se debería escribir con letras, sino con actos".