27.6.14

Tipografía

Tengo escrita desde hace tiempo esta reflexión sobre la tipografía, el "Arte de disponer correctamente el material de imprimir, de acuerdo con un propósito específico: el de colocar las letras, repartir el espacio y organizar los tipos con vistas a prestar al lector la máxima ayuda para la comprensión del texto escrito verbalmente", según la clásica definición del tipógrafo inglés Stanley Morison, inspirada en los comentados derroteros de la Editora, la que fuera, tal vez, la mejor editorial pública de España. Antes, acaso convenga repetir aquellas palabras de JRJ que, como tantos, considero el abecé de este arte: “Ninguna edición de lujo, nada de príncipes, ni de ediciones de filólogos. Cada libro, sin notas, en la edición más clara y sencilla. La perfección formal del libro. El libro no es cosa de lujo… Eso para los que no leen. Material escelente, seriedad y sobriedad”. Y, por fin, otro aserto del de Moguer, si cabe más lapidario:  “En edición diferente los libros dicen cosa distinta”.
Sostiene uno que la verdadera modernidad literaria de esta tierra extremeña llegó, entre otras cosas, con el cambio en las cubiertas de los libros. En concreto, con el aspecto exterior de los que imprimía la pública, nuestro otrora buque insignia, al poco de llegar a su dirección Fernando Pérez. De esa empresa fue corresponsable, justo es decirlo, Julián Rodríguez, uno de nuestros mejores tipógrafos, pero no eran los únicos con estilo en aquella editorial.
Uno contemplaba sus libros y se decía: esta no es mi Extremadura, me la han cambiado. Y así era. Por fin. Por suerte.
La tipografía es la prueba del algodón de la estética, y no me refiero sólo a los libros. La cartelería, los anuncios, los catálogos... Después de unos años de sencillez, limpieza y elegancia, algo muy acorde con el espíritu de esta región, las cosas han empezado a cambiar y estamos en plena transición de la sobriedad al luju. Por nuestro inveterado complejo de nuevos ricos, supongo. Y porque estamos en manos de publicistas y gente del marketing.
Volviendo a la Editora, es verdad que un par de colecciones no han cambiado de aspecto: Estudio y Rescate, y que algunas, como la versátil Vincapervinca o la novedosa Perspectivas, mantienen la dignidad que fuera sello de esa casa. Otras, sin embargo, lo han perdido, o eso me parece. Poesía, pongo por caso. Y es una pena, pocas colecciones tan bonitas como aquélla. Bueno, al menos cambia, lo que no les sucede a las desaparecidas; así, La Gaveta (auténtica joya de la corona), Viajeros y Estables, Plural y, por no seguir con la lista, Ensayo Literario. 
Qué decir de la ejemplar y famosa Biblioteca de Barcarrota. Aún hay libros sin su correspondiente edición facsímil (tan deseada), otra deserción incomprensible, por costosa que en principio parezca (mejor un libro bueno que cinco de baratillo). El último, la Lingua de Erasmo de Rotterdam, apareció en 2007.
Que cada cual, faltaría más, saque sus propias conclusiones. Y, cómo no, que arrostren con sus responsabilidades quienes han llevado a esta penosa situación lo que fue marca de excelencia. Dos palabras, por cierto, que tanto usan en vano los políticos de este país llamado Extremadura. Los que mandan, quiero decir.

(Nota: Las dos cubiertas que ilustran esta entrada pertenecen a extintas colecciones de la Editora. La primera, Poesía, ha cambiado su aspecto. La segunda, La Gaveta, pasó definitivamente a mejor vida.)