22.2.14

En el Annapurna

© Ricardo Jiménez
Ya ha dicho uno más de una vez -nos repetimos- que le gustan las montañas, tal vez porque mi ciudad natal (y vital) está al pie de ellas, al lado de sierras que son, a su vez, estribaciones de Gredos. Aunque uno deportista no ha sido nunca, de muchacho practiqué el montañismo. Se podría decir que una de mis frustraciones es la de no haber llegado a ser el montañero que soñé. Que aún sueño. Por eso, entre otras razones de índole literaria, me ha gustado tanto el libro del poeta venezolano Igor Barreto (1952) que mi amiga Marina Gasparini (caraqueña en Venecia) ha tenido a bien enviarme. No se imagina cuánto se lo agradezco.
Su título exacto: Annapurna. La montaña empírica (Fábulas de un funcionario). Lo publicó Ediciones Sociedad de Amigos del Santo Sepulcro (de San Fernando de Apure) en enero de 2013, hace ahora un año. Lleva fotografías de Ricardo Jiménez. 
El asunto es sencillo: un funcionario viaja a la cordillera del Himalaya, pero con Google Earth. Se va hasta esa montaña maldita (donde mueren seis de cada diez de los que intentan ascender a su cima) al tiempo que sumamente hermosa, como suelen serlo esos lejanos ochomiles de leyenda.
Los poemas, de tono narrativo, tienen que ver con distintas aventuras allí acaecidas, de expediciones míticas, como la de Maurice Herzog, el primero en hollar esa cumbre. Con sus penalidades y triunfos. Y con la vida cotidiana de quien observa a través de la pantalla del ordenador ese mundo inhóspito de alturas y hielo donde siempre ronda la muerte. El contraste es brutal. Del llano venezolano a las montañas más altas de la Tierra. Del calor al frío. De una sociedad crispada a un territorio donde la compañerismo es básico. 
El propio Barreto ha indicado que "esta vez busqué retratar la espiritualidad occidental que la considero compleja y mundana". También ha confesado que "lo escribió como una manera de escapar del horror burocrático al que lo confinó este gobierno por no mostrarse adepto y genuflexo": “Yo estaba sobre el Annapurna y su peine negro y blanco / o quizás en mi oficina con los ojos congelados en la pantalla del ordenador. / Hui a 10.000 a 20.000 m de altura y me aparté hacia el estancado / desierto del Paquistán: o era mi rostro sobre papeles administrativos / y la tarde alcanzada en los informes.” 
Sí, con este libro Barreto ha ideado una metáfora a la altura de su expedición himalaya. La falta de respiración no está sólo relacionada con la altura. 
En algunos poemas aparecen codas (un haiku, una sentencia, una canción, una frase...) que enriquecen aún más lo que de sugerente tienen unos versos que parecen escritos por alguien que en realidad ha estado allí.
Termino con una buena noticia: Marina me anuncia que a mediados de año la editorial Pre-Textos tiene previsto publicar la poesía reunida de Barreto. Otra expedición que no me pierdo.