22.11.13

Transportes Llera

José Antonio Llera nació en Badajoz en 1971. Es autor de los libros de poesía Preludio a la inmersión (1999), El monólogo de Homero (2007) y El síndrome de Diógenes (2009). 
Con un sugerente título de Transporte de animales vivos, publicado en la colección Libros del Caos, de la pacense y exquisita Artistas Martínez Ediciones, con expresivas ilustraciones de Paco Nadie (otro extremeño en el exilio) que realzan la sencilla pero cuidada edición, llega ahora el cuarto, cuando uno estaba a la espera de sus diarios, Cuidados paliativos. Lo digo porque, más allá del interés que uno tiene por leerlos al completo, están muy relacionados, o eso creo, con el libro que comentamos, del que, por cierto, ya se adelantaron algunos poemas en la antología liliputiense El desierto está creciendo.
En el primer texto, escrito (aparentemente) en prosa (como el resto), ya se menciona la palabra poema: "escribir este poema", dice, para dejar claro que aquí la forma no es lo significante. O que opta por el versículo y el mal llamado, con perdón, poema en prosa.
La voz de Llera no pasa desapercibida, poco importa que se le haya leído antes o no. Desde su primer libro, Llera demostró que era un poeta con sustancia. Vuelve a demostrarlo ahora, y con renovado dominio. Potente, arriesgada, esa voz atrapa al lector y le lleva a territorios insólitos, alejados del tópico y del uso. No es fácil -a mí nunca me lo ha resultado- referirse a sus poemas como podemos hacerlo de otros, más convencionales acaso o de línea más clara, si se me permite la terminología. Con todo, se aprecia un cambio a favor, digamos, del sentido, un apego mayor a las circunstancias personales, a la propia biografía (de ahí lo que dije antes de los diarios). Allí, la vida. Qué si no. Inventada o real. En todo caso, la suya (la identidad; los hospitales, las enfermedades y los medicamentos; "las epifanías de la infancia": el padre, la madre; la muerte...) y de otros: Rimbaud, Heym, Kafka (que visita la casa de Keats en Roma), Wordsworth y Debord... Poemas estos de la segunda parte del libro, compuesta por un puñado de poemas memorables. "Escribimos", titula el primero de la serie. En otros sitios leemos: "Vivir es un placebo", "He conocido el miedo", "No es fácil la ciencia de la humillación", "Mirar no nos esclarece" y "Mirar no nos descifra" o, en fin: "Alguien me pregunta si existo en una lengua que no deseo aprender".
Esta poesía, sí, es certera, acerada, directa, dura. Sin un gramo de grasa. O de autocomplacencia.
"¿Qué dices tú, poeta? ¿Vienes de muy lejos? No sirve ya tu lección sagrada. Pero acaso tu saliva aún selle el cloroformo de las conciencias y abrigue a los lunáticos".
Por el tamaño del libro, dan ganas de guardarlo en un bolsillo, ahora que llevamos prendas de abrigo, para seguir leyéndolo, en cualquier momento y con cualquier excusa. Tiene el tono del libro interminable. Del que acompaña, ilumina y consuela.