31.8.12

Lo que ha costado (presuntamente) la broma

I PREMIOS CERES DE TEATRO 2012
Organización previa, identidad corporativa y otros: 25.347 euros
Reuniones, viajes a Madrid, dietas: 7.248 euros
Publicidad nacional y regional: 351.328 euros
Estatuillas: 30.000 euros
Gratificación jurado: 15.000 euros
Viajes y alojamiento jurado: 14.231 euros
Viajes y alojamiento invitados: 97.210 euros
Organización gala entrega premios: 108.346 euros
Honorarios presentador: 40.000 euros
Honorarios otras actuaciones en la gala: 37.800 euros
Otros gastos: 260.347 euros
Total: 986.857 euros

Fuente: José María Pagador, periodista. Facebook
Aporta una prueba.

Me sumo también a la opinión de Cumbreño.
Y a la de Lama.

Escuela de Letras



















El curso próximo, 2012-2013, abre la Escuela de Letras de la Isla de Siltolá. Este es el programa previsto:
CURSOS:
▫¿Pero hubo una vez 10.000 poetas?: [Un safari por la Poesía Española Contemporánea (1975-2012)]. JOSÉ MARÍA JURADO
▫Juan Ramón Jiménez: Tiempos y espacios. ROCÍO FERNÁNDEZ BERROCAL
▫Los problemas fundamentales del pensamiento filosófico occidental desde sus textos. DIEGO MOLINA GARCÍA
▫Leer para escribir poesía: Un acercamiento a la lectura como fuente de riqueza. JAVIER SÁNCHEZ MENÉNDEZ
▫Escribir la lectura (o de la vida en los márgenes del texto). TOMÁS RODRÍGUEZ REYES
▫Literatura Española en el Siglo XX. DIEGO VAYA 
SEMINARIO:
▫Consejos para ganar un premio de poesía (UNO). JAVIER SÁNCHEZ MENÉNDEZ

Se puede descargar el programa completo (mediante un archivo pdf) y comprobar con detalle las sesiones de cada uno de los cursos, así como el currículum de cada uno de los ponentes.

30.8.12

Los Ceres

Entre el empresario Jesús Cimarro, actual director del Festival de Teatro Clásico de Mérida, y la Consejería de Educación y, a ratos, de Cultura se han inventado los Ceres (así los llaman), unos premios, más que de teatro, teatrales, destinados a ofrecer espectáculo. "Será un inmejorable escaparate para Extremadura y la cultura extremeña", dice el Gobierno de Monago. En mi humilde opinión, vuelve lo hortera, lo populachero, lo multitudinario (las entradas se regalan, se sortean... ¡te las quitan de las manos!, ¡te las quitan de las manos!). En la gala, que pagamos los mismos extremeños a los que nos dejan sin otros premios (los Extremadura a la Creación, por ejemplo) y sin otras actividades culturales menos vistosas pero más efectivas (por no hablar de lo que no es cultural, pero también nos quitan), habrá, sobre todo, efectos especiales. De eso se trata. De "magia", como concluye la ilusa periodista. Para ello han buscado premiados de relumbrón (Ernesto Alterio y Amparo Baró, dos jóvenes valores de la escena) y a muchas estrellas que harán las delicias del público asistente; Remedios Cervantes y Miriam Díaz-Aroca entre ellas. Lo mejor, sin duda, el presentador: ¡el gran Carlos Sobera! Le oí decir ayer en la radio que lo que de verdad quiere es actuar un año de estos "en el anfiteatro" (sic). Para mí que todo, incluida su sublime interpretación, debería haberse montado en el circo.

Tipos complicados

"Capto a la perfección cómo esta luz matinal –la misma que vieron los héroes de un tiempo que hoy me parece un único tiempo- crece cada vez más en intensidad, tal vez para hacerme ver que los escritores no complicados forman parte de una pandilla de osos adiestrados. ¿Y los otros, los que lo complican y enturbian todo? ¿Nada que reprocharles? Bueno, en el callejón hay días en los que sólo pueden verse chulos, vagabundos, busconas, psicópatas, pervertidos y atracadores. Días en los que, de adentrarse uno allí, debe tener mucho cuidado, aunque en el fondo todos son almas benditas, pues reflejan al menos la preocupación expresada por Rilke en sus cartas sobre el deber del artista como portador de la memoria cultural. Tal vez por eso, tras los escritores eruditos o complejos de las figuras del callejón, se alzan siempre varios maestros antiguos, maestros muertos; todos aquellos que, como decía John Donne, un día se fueron al reino de la luz". Enrique Vila-Matas, "Tipos complicados". El País, Babelia, 11 de agosto de 2012.

29.8.12

Cartas rusas


















Me extraña que un libro tan particular como Cartas del verano de 1926, publicado por la no menos singular Minúscula, donde se reúne la correspondencia de tres raros: Rainer Maria Rilke, Marina Tsvietáieva y Borís Pasternak, esté teniendo tanto éxito, al menos de crítica. No es un libro sencillo ni fácil de leer. Sin duda, está a la altura de la exigente obra de cada uno de esos tres nombres mayores de la literatura europea del pasado siglo, en prosa y verso.
Selma Ancira advierte en una nota inicial que hace ya más de treinta años que tradujo este libro al español por primera vez. En lo referente a las cartas, ella se ha ocupado de revisar su traducción del ruso y Adan Kovacsics la del alemán. La traducción de los poemas es también de Ancira y Francisco Segovia y, por fin, la edición y introducción está firmada por Konstantín Azadovski y Evgeni y Elena Pasternak. Como se ve, no estamos ante un libro cualquiera sino ante la edición concienzuda de una obra mayor.
A uno se le antoja un libro para poetas. Quiero decir que puede que quien lo es -o eso siente, o eso dicen- leerá estas páginas con un creciente interés no exento de fascinación. Todo es tan intenso como un extenso poema.
Estamos ante un epistolario excepcional, ante una conversación a tres bandas que se funde en una sintonía propia de tres almas que se admiran entre sí y que celebran su comunión en la poesía.
Como si de un buen vino se tratara, uno lo está degustando, con la debida parsimonia, desde el pasado 8 de agosto. Fue mi regalo de cumpleaños. Encontrado, por cierto, en la intrincada, nueva sección de libros de El Corte Inglés de Bahía Sur, donde sólo se llega con guía o con mapa. Y eso con suerte.
Cartas del verano de 1926 merece, sí, esta recepción impropia de nuestro sorprendente país y de su peculiar gremio de lectores, tan de morralla y bestseller. 

28.8.12

Escuela pública, laica y literaria

"Nadie puede discutir el papel que ha representado la escuela pública en esta reivindicación de la autonomía de la infancia, ni el esfuerzo que se han visto obligados a realizar varias generaciones de maestros y maestras para lograr una enseñanza que no se dirija a un niño privilegiado sino al niño único, a ese niño que en el fondo son todos los niños, al margen de su sexo, clase, raza, religión o capacidad.
La enseñanza debe ser pública, laica y, como afirma Federico Martín Nebreda, literaria. Sólo siendo pública se asegurará la igualdad de oportunidades, y la atención a los menos favorecidos; sólo siendo laica, sus valores serán los principios universales de la razón y no estarán dictados por ninguna iglesia ni sujetos a dogmas particulares. Y sólo siendo literaria el adulto acertará a ponerse en el lugar de los niños y a mirar por sus ojos. Porque es verdad que los niños van a la escuela a aprender una serie determinada de saberes, matemáticas, geografía, ciencias naturales, pero también a hablar con esa voz que sólo a ellos pertenece y que hay que saber escuchar".
Precioso el artículo de Gustavo Martín Garzo publicado el pasado domingo en El País: "Por una escuela pública, laica y literaria". De ahí he sacado la cita que precede a esta nota. Lo mejor, con todo, es leerlo al completo.

Números

Mal está que alguien, cuando se entera de que eres escritor, te pregunte cuántos libros has publicado, como si ese dato fuera relevante, pero mucho peor es que un presunto escritor advierta en la típica nota informativa o de solapa (que, salvo excepciones, redacta uno mismo) el número de obras que ha escrito (editadas o no, esa es otra). 
A uno le da igual dos que catorce. Un escritor no lo es en función del número de libros que ha pergeñado. Los hay que con uno han pasado a la historia y quienes... No hay que confundir, como diría Mairena, valor y precio. El que esgrime como logro esa cifra demuestra, sea consciente o no, su escasa entidad. Su nulidad incluso.

27.8.12

Sobre política

1. Que uno no traiga al blog los múltiples asuntos derivados de la crisis no significa que uno no esté indignado. Al revés. Soy funcionario -maestro de escuela- y, por tanto, muñeco del pimpampum de este gobierno y, al parecer, de todos a estas alturas de este conflicto más que económico, como entiende cualquiera. Ante semejante panorama, poco, sí, se puede hacer, pero resignarse, tampoco. 
El viernes, sin ir más lejos, después de la batallita de la segregación (no faltan en el PP reaccionarios), nos tragamos el penúltimo sapo: nuestra consejería de Educación ha vuelto a desviar fondos de la enseñanza pública a la privada concertada. Y van tres. La noticia se puede leer aquí. Sí, ya sé que estos lodos populares (paradójico el nombrecito) vienen de aquellos barros socialistas (que ahí pecaron poco de eso). No me extraña que mi amigo Cumbreño se subleve. Y tantos compañeros más.
Que nadie entienda, en fin, el silencio como complicidad o claudicación. En unos días estaremos en septiembre. Veremos.

2. Miedo me da pensar lo que hubiera pasado si el diputado regional de IU que intentó sacar gratis unos carritos de productos del Carrefour de Mérida (no me gustan esos métodos), en lugar de apoyar al PP para que gobierne en Extremadura, hubiera facilitado su voto para que lo hiciera el PSOE. Miedo no, ¡pánico!

26.8.12

Fernando

Hoy hace siete años que murió Fernando Tomás Pérez González. Algunos no le olvidamos. Hace un par de días volvíamos a nombrarlo a propósito de la última incógnita de los Machado: la fecha de la muerte de José Álvarez Guerra, descubierta por Josemari Lama. Al bisabuelo de Manuel y Antonio dedicó Fernando su tesis doctoral, publicada en forma de libro como El pensamiento de José Álvarez Guerra en la Editora Regional de Extremadura dos años después de su prematura muerte. Seguimos, amigo.

25.8.12

Lo modianesco



















Trilogía de la Ocupación (Anagrama) reúne las tres primeras novelas de Patrick Modiano: El lugar de las estrellas, La ronda nocturna y Los paseos de circunvalación. Ya hice alusión al excelente prólogo de José Carlos Llop, que cobra aún más interés tras disfrutar de esas obras. Sí, llama poderosamente la atención, como señala el escritor palmesano, que las escribiera entre los veinte y los veintiséis años. Vamos, parece increíble.
Lector de casi todo lo publicado por Modiano en España, hasta ahora no había sido del todo consciente de la verdadera ambición de su proyecto narrativo, por decirlo de algún modo. A pesar de lo trillado de la expresión, pocas veces ha visto uno tan clara la plasmación de ese mundo propio que, se afirma, singulariza la obra de los escritores de fuste. Lo modianesco.
Que esta literatura sin concesiones merece el Nobel es una obviedad. Que para ser el imprescindible novelista que es el premio le sobra, también.

24.8.12

Atxaga














Me entero por la prensa de que Bernardo Atxaga es el único español en la Conferencia Mundial de Escritores que se celebra estos días en Edimburgo.
Todos los días se me ponían los dientes largos al ver un cartel pegado en la escalera de la playa donde se anunciaban dos actos, una conferencia y una lectura, que daría en Conil a finales de agosto. Allí podrá recuperarse del endiablado clima escocés. No es Viandar de la Vera, pero... Me hubiera gustado encontrarme de nuevo con él en ese rincón del Sur tan grato, por cierto, a los vascos.

Nota: la fotografía es de José Luis Nocito.

23.8.12

Los polacos

"Telegrama invernal", de Abel Murcia













La antología de poesía polaca contemporánea preparada por Beltrán, Farré y Murcia, Poesía a contragolpe, me ha acompañado a lo largo del mes de agosto. Decidí bajármela a Conil, y bien que hice, aunque portátil, lo que se dice portátil no es.
A diferencia de mi amigo Elías Moro, que me confesó que leía un poeta por día (lo que da para dos meses), uno ha ido a un ritmo más rápido. 
Me ha sorprendido el conjunto. Mucho. La mayor parte de los poemas, que es lo que importa, son estupendos y se agradece que puedan leerse en español como si hubieran sido escritos en nuestra lengua. Con traductores así... 
Las palabras que acaso más se repiten son nieve y té. Lo que nieva en esta poesía y la de té que beben estos poetas. Ah, excelentes las señoras (lo digo sin ironía y con absoluto respeto); que abundan, por cierto.
Después de leer el volumen, se comprende mejor el ensayo de Farré que lo encabeza. Puro don de síntesis.
De entre lo mucho señalado y subrayado, elijo un poema sin título de Tadeusz Dąbrowski, nacido en 1979 y residente en Gdynia:

La palabra manzana no encierra ninguna verdad
sobre la manzana, como su forma, su color, su olor
o su sabor. La verdad no es para verla, olerla,
saborearla. Al decir manzana no te la comes.

En el espacio entre la palabra manzana y la verdad de la manzana
está la manzana. El espacio entre la palabra muerte
y la verdad de la muerte es el mayor. En él está
la vida. Entre la palabra verdad y la verdad está

la muerte.

22.8.12

Meteoros















1. La gente de la zona del Estrecho llama taró (una palabra de origen fenicio) a una niebla espesa que, al parecer, surge en verano y a principios de otoño, provocada por vientos del sur que activan la evaporación marina. La primera vez que oí esa palabra fue hace años, una mañana que pasaba en la playa, más temprano que de costumbre, con mi pequeño hijo Alberto. Mientras éste se entretenía con la niña de la sombrilla de al lado, su madre y yo hablábamos. En un momento dado, y sin previo aviso -el día era espléndido-, se fue echando la niebla. Es el taró, dijo la señora, y lo mismo dentro de un momento ni siquiera nos vemos. En un ataque de claustrofobia, me dirigí a Alberto y le insinúe que nos marcháramos. El muchachino, claro, dijo que no. Todavía siento vergüenza al recordarlo. Al final la cosa no llegó a tanto y seguí viendo la cara perpleja de la joven mamá y ella, a buen seguro, la mía de susto. Este año, sin embargo, el fenómeno se dio, y con toda su intensidad. Sin agobios, fui hacia la orilla al tiempo que, a mis espaldas, desaparecía la gente, las sombrillas, el pinar, el acantilado y, en fin, todo lo que allí había. Para entonces, sólo se disponía de unos pocos metros de visibilidad. A los quince minutos la densa niebla se disipó y la luz se hizo de nuevo dueña absoluta de la playa.















2. Son muchos años bajando a Conil como para asustarse del famoso levante. Un viento que, por cierto, cada vez sopla menos. O eso parece. Este año, de los quince días, sólo dos.
El peor temporal que recuerdo fue en Puerto Real, en unas oposiciones a las que se presentó Y. Tuvieron que tapar los bajos de las puertas con papel de periódico para que los de la encerrona pudieran concentrarse. ¡Cómo sonaba aquello!
Pues bien, uno de esos días que silbó esta quincena, la tarde del primero, a la hora de la siesta, una racha se llevó por los aires la mesa de la terraza que terminó aterrizando, a los pocos segundos, al pie de la piscina. Primero fue un golpe seco al que siguieron unos cuantos más. Cuando salí a ver qué pasaba, como media urbanización adormilada, ya temía lo peor. En efecto, el objeto volador era nuestro. El estruendo inicial sonó demasiado cerca. Desde uno de los balcones del piso de abajo, nuestra amiga M. J. levantó sonriente dos patas intactas. En el suelo del pasillo de la planta baja, se apreciaba el resto de la mesa, que subieron al apartamento entre mi hijo y su primo. Fue un milagro que no matara a nadie. Diez minutos más tarde, con la piscina abierta... A un remolino han achacado los entendidos el desastre. Si no lo veo...

Nota: las fotografías pertenecen al blog Cotidianas y a una galería de Flickr.

21.8.12

Mermall

Sabía cuando lo compré que Semillas de gracia, de Thomas Mermall, sería lectura de verano, carne de Conil. Lo tenía apartado hace meses y más de una vez estuve dispuesto a romper ese aplazamiento. 
El catedrático emérito de Literatura Española en el Brooklyn College y en el Programa Doctoral de la City University of New York, autor de La retórica del humanismo: la cultura española después de Ortega, Las alegorías del poder en Francisco Ayala y de la edición crítica de La rebelión de las masas (Castalia,1998), así como de numerosos artículos que versan sobre la obra de Unamuno, Ortega, Octavio Paz, el género ensayístico y la teoría retórica contemporánea, murió meses después de que Pre-Textos publicara su libro de memorias, va a hacer ahora un año.
Abre la obra, traducida por Eva Rodríguez, un prólogo de Antonio Muñoz Molina, que lo trató en Nueva York. La versión del Post scriptum es de Javier Gomá.
Mermall se consideraba, ante todo, un hispanista y en sus memorias relata una vida dilatada e intensa que se apoyaba en cuatro actividades: "amar, leer, enseñar, escribir" ("mi tetragrámaton"). Su lema: "Amor y lectura". 
En la primera parte de Semillas de gracia (un título afortunado), aborda lo más decisivo de su existencia: la huida con su padre por culpa de la guerra y la casi milagrosa salvación (gracias a Iván Gartner, a quien nunca olvidó). También en la infancia, otros hechos sustantivos que forjaron su carácter: la muerte de su madre y la aparición en escena de su madrastra. Ríete de Cenicienta. Al fondo, otro dato esencial: su condición de judío, otro de los pilares de su vida. "Judío. No hay modo alguno de que yo pueda ver, oír o pronunciar esta palabra sin sensación de inquietud y persistente paranoia". Como casi todos, Mermall fue un judío un tanto especial y al asunto dedica no pocas páginas de su libro, incluido un capítulo específico en su parte final.
A las peripecias y derivas de su infancia -desde su Hungría natal (vio la luz en Carpatia / Ruteria, en 1937, entonces Checoslovaquia y ahora Ucrania) hasta Estados Unidos pasando por Chile-, sucede un capítulo interesantísimo dedicado a las mujeres, a algunas de las muchas que pasaron por su vida, con las que trató, convivió, se casó o se separó. Mujeres a las que amó, sobre todo. Sin entrar en detalles (abundan en esta parte), destacaría la riqueza descriptiva de Mermall. De personajes, de situaciones. Es llamativa esa facilidad para describir, ya digo, cuerpos y almas.
La tercera parte se centra en su actividad académica: tareas, investigaciones, carrera, compañeros, alumnos, etc. 
Este orteguiano seguidor de Unamuno, que quiso ser actor teatral, sentía cierta frustración por no haberse formado en una de las universidades de élite norteamericanas y de no haber podido ejercer, más tarde, en ninguna de ellas como profesor. Eso sin negar lo innegable: que llegó a ser en lo suyo uno de los mejores, por encima de esas circunstancias.
En esta sección aprovecha para denunciar la tiranía de lo "políticamente correcto", algo que se suma a sus opiniones sobre política, sin radicalismos pero sin concesiones. 
También para hablar de Paz, Ayala (y C. Richmond), Granell, Jiménez Lozano, etc. Y de la Residencia de Estudiantes, esa inevitable referencia del hispanismo.
Esnob, amante de la gastronomía -en especial del vino-, atleta en su juventud y aprendiz de boxeador, neoyorkino a carta cabal y madrileño de paso, reconocía su "hispanofilia incurable" (aunque adorara el francés). Creía en un "modo hispano de la amistad".
¿Mi vida? "El sueño de un niño muerto que era yo", escribió.
En el mencionado Post scriptum, Mermall anuncia la enfermedad que acabaría con él: un cáncer de páncreas. Lo hace con serenidad y sin miedo: era un viejo superviviente. Triste, si acaso, por dejar a Penélope, "la luz y el amor de mi vida". Estaba convencido de que seguiría aquí. De haberlo hecho sabía con quien iba a pasar su vita nuova: Penélope, Montaigne, Melville, Mozart y Goethe. Como el alemán, gritaría al día: "¡Detente, eres tan hermoso!". No tuvo uno la suerte de conocer a Mermall. Después de leer sus memorias, con todo, me parece un viejo conocido. Un "hombre bueno y cordial", en palabras de Muñoz Molina. Lo dijo Eduardo Lago (quien aparece citado en el volumen) en su necrológica: "De algún modo, su figura ausente derrama sobre todo el texto semillas de gracia que iluminan su idea del amor y la amistad, sí, pero tal vez, más que nada, la importancia que tiene en todo momento conservar, rabiosamente casi, la más estricta integridad intelectual".

20.8.12

Una fecha













El historiador José María Lama, natural de Zafra, ha dado por fin con la fecha de nacimiento de José Álvarez Guerra, "el abuelo filósofo de los Machado", que también nació en esa preciosa localidad extremeña. Algo más que una minucia. Enhorabuena, amigo.

Papelinos

Lo conozco porque durante años se ocupó de arreglar las persianas de casa. Un hombre menudo y educado que, al hablar (con un acento que no es de aquí), me recordaba a uno de esos frailes legos que atendían la portería de los conventos. Sentencioso y parlanchín, con un pasado truculento lleno de desagradables circunstancias familiares (o eso al menos relataba), sus peroratas, entre explicaciones acerca de los procedimientos y técnicas tendentes a reparar lamas y cintas, casi siempre terminaban rondando asuntos de la moral y la religión. 
En mis paseos veraniegos y matutinos a la orilla del río, me lo encuentro con frecuencia. Hace ademanes de correr (sobre todo con los brazos), pero va andando. Deja en los bancos y en las papeleras del camino (que han destrozado con saña los vándalos locales) pequeños papelinos impresos, a modo de tarjeta, con el lema "Dios te salva" y con breves textos que, lo confieso, nunca he llegado a leer. Doy por descontado que son citas de la Biblia.
Esta mañana el suelo del sendero estaba lleno de trocitos de papel, sí, de los que reparte ese buen hombre. Alguien había hecho trizas no pocos. En un momento dado, me topé con él. Se dirigía a un deportista (en el camino hay vulgares paseantes, pero también veloces ciclistas, elegantes jinetes, esforzados corredores...) para recriminarle su acción: al parecer, había dado con el responsable del destrozo. Lo que vino después fueron graves reproches que empezaron con la suavidad previsible, para quienes le hemos tratado, pero que fue a mayores al poco, con advocaciones a Dios y a Satanás (a voz en grito), a estos tiempos aciagos y hasta al mismísimo fin del mundo, no sin antes advertirle que con sus actos había torcido los designios del Señor y que su vida sería, a partir de ahora, un auténtico valle de lágrimas.
Ni siquiera miré atrás. Más adelante, había nuevas entregas en los sitios acostumbrados que convivían con las evidencias blanquecinas del pequeño desastre.

19.8.12

La victoria en la derrota

Así se titula el primer libro de José Luis Sevillano (Oviedo, 1979), publicado por la Universidad de Oviedo, ya que se alzó con el I Premio de Poesía de la institución.
Un verso de Pessoa, "hagamos de nuestro fracaso una victoria", puede explicar las intenciones de la obra. Un poema de Coleridge, "Una defensa de la propia vida", también en el umbral, señala el camino.
Sevillano levanta su edificio de sonido y sentido en torno a la experiencia y elige para ello una poesía de "línea clara", que diría uno de sus referentes. 
Elegante, clásica, sobria y muy british son adjetivos aplicables a una manera de decir que opta por facilitar la tarea al lector. Hasta donde eso es posible en poesía sin caer en vulgares simplezas.
"He soñado de nuevo con los cuervos" es un verso que delata una filiación inequívoca: la poesía de Julio Martínez Mesanza, guía de esta primera aventura poética; de él, entre otras cosas, ha aprendido el uso del endecasílabo blanco, del que el autor de Europa es consumado maestro.
No, no oculta Sevillano a sus maestros, sino todo lo contrario: Luis Alberto de Cuenca, Juan Luis Panero (de quien tan poco se habla últimamente), Bejarano (otro raro)... En las citas no faltan los homenajes a compañeros de viaje: Cereijo, Almuzara. Ni en las dedicatorias: José Luis García Martín (compañero de tertulias, según creo, en Oliver), Pelayo Fueyo... O a intemporales, como Víctor Botas (éste sí de actualidad). 
Un primer libro es mucho. O poco. O nada. Depende. Uno, tras leer éste, estará atento a lo que venga. La cosa no ha empezado mal. Lo justifica un puñado de poemas. ¿Qué si no? Breves, por cierto, casi todos. Es más que probable que la poesía de José Luis Sevillano nos vuelva a iluminar y esta vez será, por ley de vida, con una voz y un mundo más propios.

Nota: En la fotografía, el poeta en el claustro del Monasterio de Valdediós.

18.8.12

Razones para una medalla

«Víctor Chamorro Calzón nació en Monroy hace 73 años y es el escritor extremeño con mayor obra publicada hasta la fecha y el más premiado en concursos de novela promovidos no institucionales», dice el HOY.
«El escritor Víctor Chamorro se lleva la Medalla por ser "uno de los extremeños más conocidos y reconocidos fuera de las fronteras de Extremadura"», dice El Periódico Extremadura.

17.8.12

Pregón

Y no uno cualquiera. El primero de GHB y, además, en su pueblo: Higuera de Albalat. De ahí lo de Albalat al habla que, cómo no, es un palíndromo.

Turista













La complicada colocación de los bultos en el maletero; la parada obligatoria en Almendralejo (Norte); los atascos en el puente del V Centenario de Sevilla, en el peaje de la AP-4 y en el cruce de Chiclana; la inocente alegría de ver otra vez Conil; las agobiantes colas del Mercadona el 1º de agosto; el reencuentro con los amigos de allí; la tortura de la crema y la bendición de la playa; las cansadas escaleras que bajas y que subes cada día; la sombrilla, el bolso, la silla y otros bártulos; la gente que pulula por la orilla o que se tiende al sol sobre la arena; los baños en el agua fría del mar y en la caliente de la piscina; el pinar: su olor y el canto de las tórtolas; la comida en el Pericón, el tapeo en Los hermanos y la cena en el Oasis; las conversaciones interminables con Juan; los abrazos afectuosos de Paco y el relato de su viaje a Nueva York; la inevitable barbacoa en casa de Ana; los paseos matutinos alrededor del pueblo y los vespertinos por la playa hasta el final de la Fuente del Gallo o, por los Bateles, hasta el Río Salado; los medios chicos y el medio grande; el persistente poniente y el fugaz levante; los atardeceres desde la Atalaya; la lectura, que parece otra cosa; la contemplación de las azoteas desde la azotea; la felicidad de ver felices a los tuyos; los sonoros silencios del sobrino; las noches de verano que uno pasa arropado; la ligereza de la camiseta, las chanclas y el bañador; los cumpleaños agosteños (¡ya 53!); esa fiesta anual de perderse por Cádiz; la temprana tristeza de la gasolinera el día del regreso; la parada obligatoria en Monesterio; la llegada y, por fin, la evidencia de que un año más todo ha pasado y de que fue una vez más sin (casi) darme cuenta.