27.2.12

Tres aragoneses

No viene uno aquí a descubrir nada. Que Aragón en general -y Zaragoza en particular- es tierra de escritores puede considerarse todo menos un hallazgo. (Bien podría haber hablado de ello, largo y tendido, el añorado Félix Romeo.) Por eso no me ha extrañado que Javier Siltolá (¿no existe Chus Visor?) publique de golpe tres libros de tres autores de allí. En la colección Poesía, El llanto de los boxeadores, de Fernando Sanmartín; en Inklings de Siltolá, El mar del otro lado, de Olga Bernad, y Versión Original, de Antón Castro. Ni del primero ni del último había leído libro alguno. Eso no significa que desconociera su literatura. De Sanmartín persigo desde hace años sus diarios (como bien sabe su amigo Elías Moro, que me envío el excelente cuadernillo de su lectura emeritense). En vano, eso sí. Desconocía, ya digo, su poesía y me ha gustado. Se ve a las claras que es un letraherido, un hombre de libros, viajes y ciudades que escribe poemas sutiles y delgados, de una atrayente fragilidad destinada a durar.
A Castro, gallego de nacimiento, le sigo a través de su acreditado e influyente blog. Le tenía ganas a su penúltimo libro, El paseo en bicicleta, y no precisamente por mi afición ciclista, pero tampoco pudo ser. Al menos me he quitado el gusanillo con los poemas que publica en Versión original (antología con inéditos) de esa obra. Si califiqué a Sanmartín de letraherido, a Castro no creo que le venga mal otro viejo y cariñoso rótulo: el de animal literario. Bueno, literario, periodístico, cinematográfico, fotográfico...  
Caso aparte es el de Olga Bernad, conocida de los lectores (si no miente sitemeter) de esta bitácora. De hecho, en El mar del otro lado se recoge nuestro comentario sobre Caricias perplejas. Ese libro, bien tramado, incluye una breve nota de la autora, una poética, poemas de la citada obra, lo que se dijo sobre ella (como una esclarecedora entrevista con Antón Castro), poemas de Nostalgia armada, lo que se dijo sobre ella, y, para terminar, un adelanto de una próxima entrega: Mirafondo. Vamos bien.