21.12.11

Carolina

Se termina el año del centenario de Carolina Coronado, poeta romántica en una España que no lo fue, natural de Almendralejo, y se queja Carmen Fernández Daza, estudiosa de su obra y autora de un libro fundamental: La familia de Carolina Coronado. Los primeros años en la vida de una escritora, editado por el ayuntamiento de su ciudad natal, de que haya pasado en Extremadura sin pena ni gloria. Eso, lo tengo claro, no hubiera ocurrido en tiempos recientes, cuando la sensibilidad de las instituciones era otra. Basta recordar lo que se hizo con José María Gabriel y Galán, que no fue poco. Que conste, eso sí, que la responsabilidad de organizarlo era de las anteriores autoridades culturales, si bien las actuales estuvieron a tiempo de suplir ese desinterés. Pues bien, a modo de colofón, el lunes se inauguró en la Biblioteca Regional de Extremadura la exposición bibiliográfica 'Carolina Coronado o el despuntar de las escritoras extremeñas'. Conviene aclarar que "esta exposición se exhibió ya en Almendralejo hace algunos meses y ahora llega a la Biblioteca Regional tras la solicitud cursada por su nuevo director, Joaquín González Manzanares". Algo es algo.
Por este motivo, recupero un poema que envié a un reciente homenaje que se celebró en Almendralejo, donde recreo el tono de los álbumes de CC y que está inspirado en un poema suyo dedicado al terremoto de Lisboa.

EN UN ÁLBUM DE UN POETA EXTREMEÑO AFECTADO POR EL TSUNAMI DE JAPÓN

Ahora que en Japón tiembla la tierra
y los muertos se cuentan por millares,
recuerdo tu poema para el álbum
de una dama que vivió en Lisboa.

Evocaba el horrible terremoto
que arrasó la ciudad y casi acaba
con uno de los sitios más hermosos
que concibió la mente de los hombres.
Entre ruinas, incendios y derrumbes,
entre escombros y casas devastadas,
por la desolación y las cenizas,
rememoras su shock y su deriva.

Le adviertes, eso sí, que, cuando pare,
“cuando el estruendo horrible haya cesado,
cuando la luna venga tristemente
a visitar al pueblo sepultado”,
ni se vaya ni tiemble, que las sombras
que “gimiendo errantes giran”, no son muertos,
sólo huérfanos y madres que suspiran
“en torno a los sepulcros entreabiertos”.

Plasencia, primavera de 2011
(Nota: en la fotografía de Pakopí (Hoy), se ve a Carmen Fernández Daza detrás de una de las vitrinas y, al fondo, un retrato de la poetisa almendralejense.)