19.5.11

Botín de libros

Francisco Díaz de Castro publica en Renacimiento, en su vistosa colección Antologías, Material para nunca. Que la crítica y la cátedra alejan a veces a ciertos poetas de la consideración que merecen parece un hecho probado en el caso de Díaz de Castro. Basta con leer sus poemas para darse cuenta de ello. Para demostrar eso, y más, está el prólogo que firma Álvaro Salvador al frente de esos versos: hermoso y contundente. Como ellos.
Javier Sánchez Menéndez, el arriesgado editor de Isla de Siltolá, publica, después de quince años de sequía o silencio poético (tan necesario a veces), Una aproximación al desconcierto (SIM/Libros). Un puñado de poemas donde la cotidianidad y la reflexión sobre el paso del tiempo se abren paso para mostrar a las claras lo complicada (y apasionante) que es la vida, madurez mediante.
El hispano-colombiano Antonio María Flórez publica Tauromaquia (Antología Trema) (Ayuntamiento de Don Benito, su pueblo, que inaugura plaza) en medio de un raro ambiente donde se mezcla la crítica contra la Fiesta, a veces furibunda, con los éxitos, día sí y feria también, de algunas figuras. Cómo olvidar, entre ellas, a extremeños como mi paisano Juan Mora o a Talavante, que salió por la puerta grande de Las Ventas el otro día después de cuajar una faena de las que hacen historia. Lo cierto es que Flórez conoce y aprecia ese rito (por algo ha vivido en la región más taurina de Colombia: Manizales) y consigue transmitir ese difícil arte en sus versos.