31.3.11

Una historia de la literatura (reciente)

"Así como las traducciones de los clásicos deben renovarse periódicamente para sacudirles las polillas, la historia de la literatura requiere ser reescrita de tanto en tanto, aunque sin caer en el adanismo consistente en partir de cero", escribía Ángel Prieto de Paula al comienzo de su reseña sobre Historia de la literatura española 7. Derrota y restitución de la modernidad. 1939-2010, de Jordi Gracia y Domingo Ródenas, publicado por Crítica. Un texto lúcido que terminaba: "Claro que esta tampoco será la historia definitiva -y remite a lo reproducido más arriba-, pero sí indispensable para ulteriores "historias", que previsiblemente excluirán a muchos de los que hoy figuran aquí (aun si incorporaran a alguno que no figura): en los panoramas de materias contemporáneas hay que optar entre arriesgarse a incluir alguna ganga, que tenderá con el tiempo a desaparecer, o renunciar a alguna perla, que podría no recobrarse nunca. Los autores han elegido, creo que atinadamente, lo primero. En cualquier caso este libro, excelente por tantos conceptos, es ya una ineludible aguja de marear para orientarse en la literatura reciente, y ejemplifica como pocos los renuevos del viejo Humanismo".
A partir de estas constataciones y principios puede uno acercarse sin temor al tomo en cuestión, un abultado volumen de XVI + 1.184 páginas, y leer sin prisas y con deleite acerca de lo que le ha venido ocurriendo a la literatura de España en los últimos 70 años.
A la espera de esa lectura reposada que el libro merece, por aquello del paisanaje, entre la curiosidad y los complejos, me he tomado la molestia de recorrer el índice onomástico a la busca de los extremeños allí mencionados. Tras la correspondiente consulta, he comprobado que a excepción de Javier Cercas, que tiene un capítulo para él solo, los citados disfrutan de la media página de rigor en este tipo de obras (algunos un poco más, por ejemplo GHB) lo que, por ahora y sólo de momento, les hace acreedores de la consideración de escritores dignos de ser tenidos en cuenta a la hora de abordar una historia literaria tan próxima como rigurosa. Los elegidos, por ahora, son quince, de ellos sólo dos mujeres: José María Valverde, Félix Grande, José Antonio Gabriel y Galán, Manuel Martínez Mediero, Pureza Canelo, Luis Landero, Gonzalo Hidalgo Bayal, José Luis García Martín, Ángel Campos Pámpano, Álvaro Valverde, Diego Doncel, Ada Salas, Javier Cercas, Julián Rodríguez y Javier Rodríguez Marcos. Más breve es el comentario sobre Eusebio García Luengo, un raro. Se menciona también a Felipe Trigo, Enrique Díez Canedo, Antonio Rodríguez Moñino, G. Ortega Muñoz, Alberto Oliart, Dulce Chacón, Isla Correyero (como editora de la antología Feroces) y Antonio Sáez Delgado (por sus diarios). Y, cómo no, a revistas tan nuestras como Espacio/Espaço escrito o Hablar/Falar de Poesía. No sale mal parada Extremadura y los extremeños, de dentro y de fuera, en el panorama. Hemos estado mucho peor.
El tiempo, en fin, irá tomando la palabra. Para eso falta mucho. Ya conocemos la historia.

30.3.11

Las cuatro poéticas de Pureza Canelo

Cuatro poéticas (Pre-Textos), lo último de Pureza Canelo, reúne en realidad cuatro libros de la autora moralejense: Habitable, Tendido verso, Tiempo y espacio de emoción y No escribir. Pero no se trata  sólo de eso, de recuperar lo ya publicado, no, ni mucho menos. En la estela de uno de sus maestros, Juan Ramón Jiménez, Canelo cree en la revisión continua de la obra, en la reescritura de la misma, en la "rehabilitación", como dice ella. Con no ser sus únicos libros (sumo, bote pronto, otros seis), estos atienden a lo que se podría denominar, mejor que "metapoesía" (el término la uso, una de las marcas generacionales de la poesía de los sesenta, Novísimos inclusive), "poesía refleja" o "poesía autocrítica", aquella que vuelve una y otra vez sobre la escritura y lo escrito. Nada más natural en quien ha fijado su vida en la poesía, que es para ella el centro y la razón de ser, la casa donde vive y el aire que respira. Canelo trata a la poesía incluso corporalmente, como si de una amante se tratara. Late en ella el inevitable conflicto entre vivir y escribir, porque vivir no basta ni escribir es la única solución. Al fin y al cabo, aquí se hace patente, según creo, el dilema que planteara  un poeta muy alejado de los intereses de Canelo, Jaime Gil de Biedma, cuando dijo aquello de que "yo creía que quería ser poeta, pero en el fondo quería ser poema".
Pureza Canelo ha llevado hasta el extremo el despojamiento y hasta lo esencial estos poemas escritos a lo largo de los años. Sigue la máxima de que "el poema sólo se abandona, jamás se termina". Al fondo, el problema de la insuficiencia del lenguaje, la tensión entre no repetirse ni callar ("no escribir es escribir de otro modo"). Y un convencimiento: en poesía, lo que no suma, resta.
Con todo, para comprender de manera cabal este proceso, nada como leer el clarificador, impecable y certero estudio del profesor de la UAM y poeta José Teruel que abre la obra. Una vez leído, no imagina uno mejor modo de acercar al lector, cauto o no, este radical experimento que echa por tierra tantas convenciones y lugares comunes.
Teruel habla de las paradojas de la poesía de PC: "la de la soledad habitada, la de no escribir escribiendo o la de un espacio y tiempo reversibles". Precisa que para ella "no es un acto de referencia a la vida, sino de emanación de la vida".
A la espera de la edición de la poesía completa que está ultimando otro profesor y poeta, éste de la Universidad de Extremadura, José Luis Bernal, no deja uno de maravillarse por el reto llevado a cabo por la poeta extremeña. Y a la par que uno envidia su capacidad de sacrificio y de exigencia, me alivia reconocer que mis modestas convicciones no dan para tanto; al contrario que ella, uno piensa que los poemas, una vez escritos, deben permanecer tal cual fueron concebidos, o casi.

28.3.11

Blogs

Sostiene Manuel Vilas que "los blogs de los escritores son una exaltación de la vida privada", "una exhibición del tronío personal", que son "útiles para hacer espionaje profesional", que "suelen ser teatro de operaciones narrativas". Puede ser. O no. Quiero decir que, de los que suelo leer, cada uno es un mundo. Un microcosmos en sí mismo. Las generalizaciones no les hacen justicia. Esto vale, claro, para los blogs de los escritores (o lectores) que van por libre. Los de aquellos que se precian de pertenecer a una tendencia, y "se venden" en grupo, son indistinguibles. Parecen fabricados en serie. Lees uno y lees todos; cubiertos, como están, por la misma crema.

26.3.11

Rosillo

Sueño del origen ha titulado el poeta murciano Eloy Sánchez Rosillo (1948) su nuevo libro de poemas. Como los cuatro últimos, lo publica Tusquets en la colección Nuevos Textos Sagrados, donde también tiene su poesía reunida desde 1974 hasta 2003. La viñeta que ilustra la cubierta es de su amigo Ramón Gaya y anticipa la luz y la mediterraneidad de la obra.
Cualquiera que ya haya leído a Rosillo encontrará familiar la voz que se dirige a él desde sus páginas. Es la misma de siempre, sí, pero más honda. Grave a rachas, pesa la edad, pero más alegre que nunca.  Hay más de himno que de elegía. Mira el poeta hacia el pasado, a su infancia sobre todo (la playa, el campo), pero no pierde de vista el presente y hasta el futuro. Hay vida: "Todo es ya el centro".
Leo estos poemas en marzo, el mes anhelado que dé fin al invierno, y me lleno de su serenidad y su consuelo, de su melancolía y su misterio. Celebran la existencia de un modo contagioso. Se acercan al dolor y hasta a la muerte con una naturalidad que sobrecoge. Son claros como el agua de esos vasos que pintara Gaya y dan las mismas ganas de bebérselos de un trago, apurando de ellos hasta la última gota.
Lo que uno cree que colma todas las expectativas de Rosillo, ahora y siempre, desde que el adolescente que fue tomó esa decisión trascendente, la más importante, es escribir. Y escribir, además, poesía. Por eso, se me antoja fundamental este poema, "Una extraña aventura". Dice así:

Para hallar y ordenar unas pocas palabras
que con su propia música una emoción expresen,
hice yo de mi vida una extraña aventura
de búsqueda perpetua y tantas soledades.

¿Es ése mi destino? Tal vez. Vale la pena.
gastar así la vida, si alguien, ahora o después,
piensa que fue el amor quien me guió los pasos
y encuentra en estos versos mi verdad y la suya.

Es poco, bien lo sé, pero este lector es ese "alguien" que ha encontrado en ellos su indeleble verdad. Alguien, por cierto, que en esto de leer y admirar a Eloy Sánchez Rosillo no está solo.

25.3.11

Insolaciones, nubes

De esta manera ha titulado el poeta y traductor canario Rafael-José Díaz un libro que recoge páginas de un diario escrito en el verano de 2009 en su isla natal de Tenerife y que ahora publica Polibea, colección Los Conjurados, en una bonita edición con prólogo de Goretti Ramírez (poeta y antigua compañera en la revista Paradiso), sugerentes dibujos de José Herrera y fotografías de Roberto A. Cabrera y Carmela García.
La estancia en la casa familiar, los viajes por la isla, el regreso al  pasado, el paso del tiempo, esa encrucijada sucesiva en la que solemos encontrarnos en la vida son los motivos que le impulsan a escribir, con la debida indolencia, estas prosas "en tránsito" basadas sobre todo en la mirada. Una mirada solar, insolada, plena de lucidez, que se acerca al misterio que esconde cualquier existencia. Absurda a ratos, perpleja casi siempre.

23.3.11

Una poesía moral (LGM)

"Nadie puede pedirnos a todos desarrollar notables facultades musicales o intelectuales, pues no está en la naturaleza o en la vocación de cada uno llegar a ser, digamos, consumado pianista o investigador científico. Por el contrario, el descuido de las capacidades morales desde la familia y la escuela nos es reprochable, porque en ellas se contiene nuestra vocación de personas y de ciudadanos. (...) Una sociedad se conforma con unos pocos escritores de indiscutible calidad para disfrutar de la belleza creada por la palabra. Pero un solo ciudadano al que falte la conciencia de la igual dignidad humana, como le faltó a Céline, puede destrozar la vida de muchos o consentir su destrucción", escribía Aurelio Arteta hace unos días en el diario El País. Traigo esta cita para situar mi posición respecto al último libro de Luis García Montero. En todo caso, al leer ese artículo, a uno se le vino a la cabeza el nombre del poeta granadino, tal vez porque tenía sus versos entre manos.
Algunos amigos, con la mejor intención, me han afeado que anticipara una opinión positiva acerca de Un invierno propio. Que hablara a su favor, quiero decir. Por estos lares solemos ser un pelín tendenciosos. Uno quizás lo fue. Ya no. Desde hace tiempo. La edad, supongo. Me declaro ecléctico en materia lírica. Procuro leer sin anteojeras. Pero con criterio, eso sí. Por lo demás, ya sabemos que una cosas son las ideas -no digamos las poéticas- y otra los poemas. Se escribe a pesar de los preceptos, no siempre a su favor. Como se puede, no como se quiere.
Que no comulgué nunca con las teorías sobre la "normalidad" de García Montero ni con buena parte de los presupuestos de la denominada "Poesía de la experiencia" es asunto sabido. De ahí a no reconocer su valía literaria -y la de otros seguidores de esa corriente dominante- hay un paso. O más. Y no me mueve a ello esa opinión generalizada que ha decidido otorgarle el título, o poco menos, de Poeta Mayor del Reino. La  mayoría habla siempre de oídas. Por eso, ahora que ya he leído su última entrega (y antes todas las anteriores) me confirmo en la intuición adelantada. Lo siento por los que se den por, amistosamente, aludidos. Diría más: con Habitaciones separadas, éste me parece su mejor libro. O, conviene precisar, el que más me ha llegado, algo que, en poesía, significa poco. Nada más que eso. Cada lector, un mundo.
Vuelvo al principio. Del mismo modo que de la película El discurso del rey, además del elogio de la palabra, lo que más me gusta es lo que tiene de ejemplo moral para tiempos difíciles, en los poemas de LGM encuentro, salvadas todas las distancias, algo parecido. Con ese discurso cívico llevado a términos poéticos, a poemas contantes y sonantes, uno sí está de acuerdo. En ese sentido, parafraseando al autor de "La tristeza del mar cabe en un vaso de agua", un hombre que escribe así se parece a mí.

22.3.11

Ramiro Pinilla

Mi amigo Zoki me pasa un enlace exquisito, como todos los suyos. De una extensa entrevista a Ramiro Pinilla emitida por Capital Cultura, el programa de ETB. ¡Uf!

Propaganda electoral

Ayer recogía del buzón un lujoso folleto que ha editado el ayuntamiento de mi pueblo donde se glosan todos los logros de la legislatura que termina. Ni que pagara Marca Extremadura. Todo es color y éxito, acordes con el papel cuché del voluminoso impreso. Después de pensarme dos veces si esa ciudad era la mía, mi sensación ha sido de rabia. Que una corporación municipal endeudada (por no decir arruinada) se gaste el dineral que ésta se ha gastado en distribuir esta triunfal propaganda (pagada entre todos) me parece indecente. Si fuera el partido... Más en los tiempos que corren (poco, por desgracia) y después de haber consensuado, tirios y troyanos, que íbamos a dejar de una santa vez el despilfarro a un lado. Si esto no lo es, que venga la ministra Salgado y lo vea. Obras no inauguradas y otras que mejor no haber emprendido se disputan espacio con algunas realmente dignas y, cómo no, con la imagen reincidente de la fotogénica alcaldesa, nuestra obra mayor a juzgar por el número de apariciones. Por presumir, hasta se hace alarde de una de nuestras más penosas evidencias: la entrada desde Cáceres; esto es, la Avenida de Martín Palomino (rebautizada por Tino Neria como "Martín Paloschinos" por los numerosos negocios de empresarios orientales allí situados).
La oposición se quejará, como es lógico, y los ciudadanos se callarán, como suelen o solemos, pero nada me quita ya de la cabeza que esta desvergüenza, para crédito de la política, se va a terminar. Más pronto que tarde. Sí o sí.

21.3.11

El paseo de Jaccottet

Para celebrar de la mejor manera posible el Día Mundial de la Poesía, me llega de la mano de su traductor, Rafael-José Díaz, El paseo bajo los árboles, de Philippe Jaccottet (Moudon, 1925). Lo ha publicado, conviene decirlo cuanto antes,  cuatro, ediciones y la presentación de la obra es tan limpia como su interior. Un interior luminoso pues de la luz se habla sobre todo en esta obra llamada, a pesar de su delgadez, a permanecer en el tiempo como sólo lo mejor y más hondo perdura. No debería extrañarme viniendo de Jaccottet, uno de los mejores, con quien me encontré por suerte pronto, en las páginas de la antología de poesía francesa de Álvarez Ortega.
Resulta imposible condensar la intensidad acumulada en ese puñado de páginas donde lo principal acaso sea dar cuenta de una indagación sobre la escritura que Jaccottet resuelve con algo más que un arte poética al uso. En su retiro de Grignan, el poeta busca, a la luz de la propia experiencia, el camino que le lleve de nuevo a la poesía. "Sólo una cosa me preocupa de verdad: lo real". Allí, "desde por la mañana la luz habla, y yo la escucho". Viene, por ejemplo, de los árboles, "sus primeros servidores".
Jaccottet merodea por los alrededores de su casa, pasea, para volver al "centro", para lograr la consecución de "un poema absolutamente transparente". Va a la busca del despojamiento, de lo elemental. Para conseguirlo se hace acompañar de otros viajeros: Dante, Leopardi, Hölderlin... Llega a ese punto donde se entiende la poesía como "cierta forma de oración". "Hay que consagrarse a las palabras", escribe.
Da cuenta de un encuentro capital: con Haiku, la obra de cuatro tomos de R. H. Blyth. De ahí a los poemas de Aires (que ha traducido también R-J. Díaz para la Fundación Ortega Muñoz) hay sólo un paso. O pocos más. "Experimenté la felicidad de un renacimiento", confiesa Jaccottet.
La parte más interesante de El paseo bajo los árboles puede que sea "Observaciones sin fin", pero antes ha debido escribir "Ejemplos", donde está el verdadero meollo de esta obra singular: su justificación, el riesgo. Sin olvidar otro capítulo decisivo de este libro por muchas razones ejemplar: la conversación del poeta con Jean Roudaut que va al final, junto a una exhaustiva cronología de Jaccottet.
Quien quiera seguir este paseo, que no deja de ser un camino iniciático o de redescubrimiento,  tendrá que dejar fuera de sí "esa poesía más profusa que rica, más centelleante que luminosa, más ruidosa que musical que está al alcance de todo espíritu inventivo y temerario y que, al fin y al cabo, no vale más que las otras riquezas que nos ciegan hoy en día en cualquier esquina". El paseo de Jaccottet lleva a otra luz. Porque "la poesía es ese canto que no se percibe, ese espacio en que no se puede establecer la morada, esa llave que siempre hay que volver a perder".

20.3.11

Rimbombancia

Dicen que la consejera tuvo un encuentro con periodistas (Europa Press da fe) antes de la primera reunión del pomposo Consejo de la Edición de Extremadura, pero lo cierto es que la noticia sólo ha sido recogida por el Hoy y no precisamente en su edición "normal" sino en Trazos y, más allá, en la sección de propaganda que tiene reservada en el suplemento la Consejería de Cultura y Turismo. Poca cosa ha de ser algo que tiene tan escasa repercusión, piensa uno. Paradójicamente, añado, se tendría que vender como el mayor logro en materia cultural de la legislatura socialista. A eso jugaron, Asamblea mediante.
En la foto del periódico se ve a parte de los consejeros designados o elegidos. Para alguien que viva en Extremadura y se preocupe por estos asuntos (que ya son ganas), la lista es del todo previsible. Bueno, la verdad es que no había mucho donde escoger, cargos del aparato al margen. Con dos editoriales y media, unas cuantas librerías dignas de tal nombre y tres o cuatro asociaciones relacionadas con los libros, poco se puede hacer. Hombre, echo de menos a algún académico más. De los de Argamasilla, digo. Uno, por eminente que sea, se me hace poco.
A pesar de la crisis y del presunto giro hacia la austeridad en la gobernanza autonómica, sospecho que ya tenemos otro elefante institucional que habrá que llevar pronto al cementerio de los esfuerzos inútiles. Por mucha "vocación de futuro" que se le presuponga.

19.3.11

Nuclear, no gracias

Fue nuestro grito. De no pocos. Lo ocurrido ahora en Japón, sea lo que sea y quede en lo que quede, ha vuelto a remover la conciencia nuclear del mundo. Ese país y ese desastre quedan muy lejos de aquí, sin duda, pero uno no puede olvidar que vive a menos de 30 kilómetros de una central nuclear: la de Almaraz. Cuando estaba en construcción, gracias a las gestiones de mi padre (empleado de una empresa suministradora), la visitamos mi amigo Antolín y yo. La excusa, un trabajo para la clase de Física. Intentamos entender aquello y, con la ayuda de folletos y dibujos, se lo explicamos una tarde a nuestros compañeros de 6º de bachillerato. Dudo que bien: la cosa era complicada. Ya se ve.
Demagogias e impotencias al margen, lo que uno querría es que ya hubieran cerrado Almaraz. Su "vida útil" terminó el pasado año y ahora funciona gracias a una prórroga decidida por la administración socialista. También fue antinuclear.
En principio, no estoy dispuesto a renunciar, como casi todos, a las ventajas de esa energía, a ese bienestar que a buen seguro derrochamos. O sí, si es a costa de tan alto y peligroso coste. De eso se trata.
Digamos que nosotros, los extremeños del norte, ya la hemos tenido al lado el tiempo suficiente y que ahora le toca a otros soportar esos riesgos. Sólo eso. Por egoísta que parezca. ¿No se ocupa de eso la tan traída y llevada igualdad?
Sin duda, habrá un antes y un después de Fukushima. Para bien, espero.

18.3.11

Belli

Nahir Gutiérrez, que estuvo en Tusquets y lleva años trabajando en Seix Barral, autora casi secreta de literatura infantil (que, como suele decir la bibliotecaria Isabel Sánchez, es literatura a secas), me envía Escándalo de miel, una antología poética de la nicaragüense Gioconda Belli que lleva en la cubierta un potente desnudo femenino de Tamara de Lempicka. Como ven, hoy la cosa va de mujeres. Nunca mejor dicho, porque si algo caracteriza esta poesía es, precisamente, su femineidad, si se me permite en estos tiempos igualitarios usar semejante término. No en vano, el libro empieza con el verso: "Y Dios me hizo mujer". Pronto, cómo no, aparecen en escena el erotismo y el sexo. E inseparable de ellos, también lógico, el amor. Por ella misma, por el amado, por los hijos, por los otros... Todo es canto y celebración, incluso cuando la pena llega.
La antología está concebida para que el lector puede apreciar los cambios que va experimentando esta mujer que, podríamos decir, escribe poesía como respira. "Eros", "Hembrosía" y "Polis" ha titulado las tres partes de su libro.
Confieso que esta poesía inspirada, excesiva a veces, llena de palabras, torrencial, demasiado explícita,  donde abundan los tópicos, declamatoria incluso, nerudiana (afín a cierta manera "americana" de poetizar), no es mi fuerte. A pesar de eso, por contraste quizás, he leído el libro con gusto. Supongo que como hacen los que leen para "entretenerse". Me ha sorprendido su fuerza, su cercanía, su naturalidad, lo que tiene, paradójicamente, de antipoesía y hasta de prosaico, que no es poco. Surgen, aquí y allá, poemas directos como "Menopausia", "Los cuarenta", "Menstruación" o "Cincuentipico", y otros más engañosos como ""De noche, la esposa aclara", con la actriz Cindy Crawford al fondo, donde la mezcla de mujer liberada y de esposa sumisa (algo que aparece más de una vez en la voz de Belli) desconcierta un poco. Por si acaso, se fijan posturas: "Reglas del juego para los hombres que quieran amar a mujeres mujeres".
Más indigesta me ha parecido la última sección, dedicada a la política. Será que no está uno ya para revoluciones. Ni siquiera poéticas.

17.3.11

Memorias de Charles Simic

No es la primera vez que aparece por aquí el nombre del poeta serbio más norteamericano de las últimas décadas. Que dos excelentes poetas asturianos, Jordi Doce y Martín López Vega, lo hayan traducido al castellano no es poca garantía. Muchos hablan de él y lleva años sonando para el dichoso Nobel. Esta vez no ha sido su poesía quien me ha convocado sino sus memorias que bajo el título Una mosca en la sopa ha publicado Vaso Roto en versión de Jaime Blasco. Que uno sepa, han reseñado la obra Luis Muñoz en Babelia y José Luis García Martín en su nuevo blog, Crisis de papel. Allí encontrará el lector precisa información sobre ella. Lo que este otro lector puede añadir es poco. Aficionado confeso al género memorialístico, las de Simic (Belgrado, 1938) me han parecido coherentes. Se adaptan a la perfección tanto a su azarosa vida, muy del siglo XX, como a su poesía, lo más genuino de este poeta con Pulitzer. Su lenguaje -certero, conciso, evocador, sin falsos lujos- es el de un poeta. O dicho de otra manera: estamos ante un extenso poema de carácter narrativo que, por momentos, torna lírico con la debida naturalidad. Su infancia (por una vez bien contada: suelo odiar esa parte de los libros de memorias), la huida (que otros llaman inmigración), el descubrimiento de EEUU, la familia (padre y madre, sobre todo), el paso por el ejército, su amor por la comida y por la filosofía, sus insomnios, etc. van dando la réplica a una existencia intensa, vivida y leída hasta el extremo. Con todo, mi debilidad está en el capítulo que dedica (cuando uno ya había desesperado acerca de esa posibilidad) a la poesía, el 23, todo un breve pero hermoso tratado sobre ese humilde pero maravilloso arte en que ha fundado Simic su verdadera vida. Tal vez porque "a la fría luz de la razón, escribir poesía es imposible".

16.3.11

Tres citas babélicas

1. Sobre El Gatopardo, de Lampedusa: «La que ya en su día fue vista por muchos casi como una excrecencia o una intrusión, como algo anticuado y completamente alejado de las "corrientes" predominantes, tanto en su país, Italia, como en el resto del globo. Como una obra superflua, anacrónica y que no "añadía" nada ni "avanzaba", como si la historia de la literatura fuera algo progresivo y en cierto sentido parecido a la ciencia, cuyos hallazgos van siendo arrumbados o eliminados a medida que son superados o que se demuestra la parcialidad, insuficiencia o inexactitud de cada uno de ellos. Cuando la literatura funciona más bien de la manera opuesta: nada de lo que se le agrega borra o anula nada de lo ya escrito, sino que, por así decir, se pone a su lado y convive con ello. Lo más antiguo y lo más nuevo respiran al unísono, y a veces cabe pensar si todo lo escrito no es más que la misma gota de agua cayendo sobre la misma piedra, y si lo único que de verdad varía es el lenguaje de cada época». Javier Marías, "Odiar El Gatopardo", Babelia, El País.

2. «Una clase política omnipotente y omnipresente ha usurpado todos los espacios de la vida cívica, imponiendo el sectarismo y el clientelismo por encima del mérito, la demagogia halagadora sobre cualquier sentido de la responsabilidad personal, el griterío y el sambenito partidista por encima de los debates verdaderos y prácticos sobre una realidad que sería menos grave si al menos aceptáramos mirarla con los ojos abiertos. Como el mérito, el esfuerzo, el trabajo apasionado, no sirven para ascender ni merecen reconocimiento público, los millones de personas que a pesar de todo hacen cada día escrupulosamente su tarea permanecen invisibles, y muchas veces han de pagar con la marginación y hasta el sarcasmo el ejercicio de su dignidad. En un país con casi cinco millones de parados a la gente la echan del trabajo por tener cincuenta años. En un país de economía en quiebra se recorta el gasto en educación y en investigación pero no en coches oficiales ni en gabinetes de imagen ni en suntuosos viajes internacionales de gerifaltes ni en soeces televisiones corrompidas por la propaganda y el clientelismo. Robar dinero público es menos grave que pedir seriedad o que no acatar el juvenilismo o el victimismo o el narcisismo oficial». Antonio Muñoz Molina, de "Vidas adultas en el cine", Babelia, El País.

3. «Ya he dado suficientes pistas para resolver el acertijo propuesto al principio: "Súbdito por fuera, libertario por dentro, ¿qué es?". Lo has adivinado: somos tú y yo, querido lector, mientras este dualismo anacrónico siga presidiendo la organización de nuestras vidas, divididas absurdamente en dos compartimentos estancos. Al final hemos caído en los dos peligros que, con rara clarividencia, ya avizoró Tocqueville cuando dijo que "la igualdad produce en efecto dos tendencias: la una conduce directamente a los hombres a la independencia y puede empujarlos a la anarquía; la otra les conduce por un camino más largo, más secreto, pero más seguro, hacia la servidumbre"». Javier Gomá Lanzón, "Súbdito por fuera, libertario por dentro". Babelia, El País.

14.3.11

Gimferrer en Badajoz

No todo van a ser alcaldes y palomos en esa ciudad, más fea que bonita, que uno ha llegado a sentir en parte suya. Paulete, obrigado, me envía el último cuadernillo del Aula "Enrique Díez-Canedo". La primera impresión, como siempre, me lleva a Ángel Campos. No puedo evitar su recuerdo al ver el perdurable diseño azulado de Costillo, idéntico desde 1993. El 26 de enero de ese año, el día de su inauguración, leyó sus poemas Antonio Gamoneda. Ángel la quiso sólo de poesía y ese deseo se sigue respetando. Estaría feliz de recibir a Pere Gimferrer, que leerá mañana en la sala del MEIAC en lo que uno considera, con perdón, un acontecimiento histórico. Es verdad que por ella han pasado poetas tan importantes o más que el autor de Arde el mar, pero pocos tan raros -en todos los sentidos-, tan esquivos y admirables como Gimferrer, algo más que un poeta. Conociendo sus míticas espantás, espero que al final pise suelo pacense y, ya digo, pueda leer -no muy bien, atropelladamente- ese puñado de poemas que le han hecho justamente famoso y que uno se sabe casi de memoria.
Sigo hojeando el cuadernillo, leo o releo algún poema, observo el retrato de Canedo que firmó Moreno Villa y me topo con la lista de los 121 poetas que han sido invitados al Aula hasta ahora. Impresiona, sin duda. Sí, son demasiados. Nos llevaría muy lejos la discusión sobre si existen 121 poetas dignos de tal nombre. El tiempo dirá que no. Sin necesidad de ese juicio póstumo, algún que otro impostor figura ya en ella. Por ahora, se cuentan con los dedos de una mano.

13.3.11

De una conversación sobre Ashbery

Adam Zagajewski. ... me temo que en diez años veremos a Venclova como el último gran poeta tras el cual nos invadieron los bárbaros imitadores de Ashbery
Martín López-Vega. Ashbery es la gran moda, sí, tanto en España como, según tengo entendido, en Polonia y en otros países… 
A. Z. Es delicado para mí hablar de él, porque es una persona maravillosa, y ha escrito grandes poemas, como “Autorretrato en un espejo convexo” pero… escribe demasiado, creo que su máquina de escribir ya ha aprendido a escribir poemas de John Ashbery… Hay algo que sólo él puede reflejar en un poema, la desilusión. Y eso no puede imitarse. Él es un gran poeta, pero no soporto a sus imitadores. 
M. L-V. ¿Y qué es lo que nos pueden hacer perder esos imitadores? 
A. Z. Ciertamente en Europa podemos llegar a perder ese sentimiento de la tradición, de la herencia, que nos ayuda a expresar las experiencias más personales.
(En Yo, etc, el blog de M. L-V.)

12.3.11

Arturito

Fue uno de los personajes placentinos por excelencia. Cuando uno era chico, trabajaba como camarero  precisamente en La Placentina, bar y churrería muy concurrida, sobre todos los martes, cuando venía al mercado la gente de los pueblos y los hombres se acercaba a ver un espectáculo que Arturito, ya transformado en Debora Star (su nombre artístico), dejaba correr. No necesitaba ponerse aquellos trajes de vedette que uno le ha visto en algunas Ferias de su infancia y adolescencia para transformarse en la estrella que él se imaginaba. Ni para añadir más pluma a la que ya tenía. Y así ha venido siendo hasta el final. Hoy le entierran en su pueblo natal, Aldea del Obispo.
Ya no le veremos paseando con su perro por su barrio con uno de esos modelitos tan suyos y saludando a todos con la simpatía a la que nos tenía acostumbrados. Era buena gente. Debió soportar lo indecible detrás de aquella barra, mucho antes que a un gay se le respetara siquiera un poquito. Con todo, supongo que le gustaba provocar. En los últimos años le ficharon en una televisión local y allí hizo de reportero, de comentarista (como Canchoinfiel) y cuantas ocurrencias se le pasaron por la cabeza al jefe de aquel garito, humillantes a veces. Al parecer había llegado a bailar (no sé si también a cantar) en alguna compañía nacional cuando era joven.
Hace unos meses, entré una mañana en una tienda cercana al colegio, muy cerca de su casa, y le vi muy desmejorado. Delgadísimo (pero con el vientre hinchado), con barba de varios días, sordo, mal vestido... Me extrañó: no sabía que estuviera enfermo. Bebió en la misma caja del supermercado una bebida de cacao que acababa de comprar. Tuvieron que abrirle el envase. Me dolió que las vecinas sólo le preguntaran por qué iba a hacer con su perro, con demasiada insistencia. Que si dámelo a mí, que si conozco a una mujer que... Era doloroso y él estaba confuso. Cuando salió a duras penas de allí, todas dijeron lo mismo: que malito está Arturo, este hombre se nos muere. Me fui sobrecogido e incluso lo comenté con algún compañero.
Víctor Chamorro lo retrató de camarero en una guía secreta de Extremadura que publicó allá por los ochenta. Arturito no pasará desapercibido en las crónicas de estos años. Ni dejará de estar por un tiempo en la memoria de muchos placentinos.

10.3.11

Llega Clarín

Ya he dicho aquí alguna vez que sólo mantengo una suscripción: a Clarín, la revista literaria que dirige el también crítico ovetense José Luis García Martín.
Cuando era joven, estuve suscrito a muchas. No exagero. A demasiadas, sin duda. De ese mal lleva uno años curado. En casa, sin embargo, no quedan colecciones, apenas números sueltos. Nunca he tenido vocación de bibliófilo. Ni sitio para guardar tanto papel impreso. Uno, además, vuelve a los libros pero rara vez, casi nunca, a esas publicaciones con decidida vocación volandera.
Todo este excurso tiene que ver con la llegada del último ejemplar de Clarín, el 91 en sus dieciséis años de vida. Con el paso del tiempo, las revistas se van agotando. Suelen ponerse pesadas. Lo digo por experiencia. Entonces, apenas si las hojeas. Tal cual vienen, se van. Es cuando se convierten en innecesarias. No es el caso de ésta, por suerte. Tampoco la leo de cabo a rabo, ni de broma. Hay erudiciones y superficialidades que me tengo prohibidas. También hay, cómo no, números y números. En éste, he disfrutado sobremanera con la entrevista de Martín López-Vega a Zagajewski (nada que ver con la versión internáutica que "colgué" en este mismo blog hace unos días: ah, el papel) o el ensayo de Antonio Moreno sobre literatura autobiográfica (memorable lo de las conversaciones telefónicas con su madre) o las páginas documentadísimas de José Muñoz Millanes sobre Nápoles (una de las pocas ciudades extranjeras de la que uno puede hablar sin recurrir a los libros) o... No sigo; por suerte, todavía tengo cosas que leer.

9.3.11

¿Y si Pitta, de repente?

Fue un acierto que la Editora Regional de Extremadura crease en 2005 una colección transversal, Letras Portuguesas, que diera carta de naturaleza a una literatura tan cercana como necesaria. Había antecedentes. El de Ángel Campos Pámpano y su antología Los nombres del mar (publicada en el 85, recién inaugurada la Editora) y, sobre todo, Te me moriste, de José Luís Peixoto, un hito de La Gaveta, traducido por Antonio Sáez Delgado a instancia del sagaz Fernando Pérez. Por eso tuvo uno muy claro quién debería ocuparse de verter al español esas obras que nos estaban esperando al otro lado de la Raya. Y, antes, a quién escuchar sobre la conveniencia de editar unas u otras.
Quizás convenga aclarar que del mismo modo que la revista Suroeste no es heredera de Espacio/Espaço escrito, pero remite a ella, tampoco Sáez Delgado, director de aquélla, es sucesor de Campos Pámpano, aunque pueda y deba uno referirse a aquél cuando alude a éste, por el mero hecho de que, además de amigos, ha continuado esa ejemplar labor traductora con semejante pasión y con resultados espléndidos e incuestionables. Tanto es así que tiene entre manos las versiones de dos de los últimos libros de Lobo Antunes, que es tanto como decir que va a sustituir en Random House-Mondadori al desaparecido Mario Merlino en la exigente tarea de poner en español la obra del nobelable portugués.
A día de hoy, Antonio Sáez ya ha traducido para Letras Portuguesas libros de Ruy Ventura, José Gil, António Cândido Franco, Fernando Pinto do Amaral y Gonçalo Tavares. Llega ahora ¿Y si todo, de repente?, de Eduardo Pitta, un portugués nacido en Mozambique en 1949 que se ha venido distinguiendo por su alto nivel de exigencia en el panorama literario luso, tanto en la poesía (con ocho libros en su haber) como en el ensayo y la crítica, que ejerce con maestría en el diario Público.
De eso da buena cuenta esta antología donde se ve a las claras, ya digo, la personalidad poética de Pitta. La suya es una poesía "de los márgenes", como precisa Sáez en su medido prólogo, propia de "un apátrida escéptico", "a la intemperie" (del amor, de la vida), "que no rehúye lo trágico, que habita el terreno del desamparo y del exilio particular en que transforma a menudo la vida", "angustiosamente bella", como dijo  Gaspar Simões, "emocionante y corrosiva", "contenida y elíptica, cortante como una navaja".
"El infierno -escribe Pitta- es una asignatura como cualquier otra". De ésa y otras materias, acaso menos temibles, sabe bien el poeta, espectador de un tiempo enrarecido, comprensivo con  los "adolescente indecisos", de "pocas palabras, y gastadas", que pierde una ciudad y constata que "un perro de angustia avanza / por la ciudadela sitiada", que se pregunta: "¿Dónde estarán el pan, el vino y la miel / de tantas tardes despreocupadas?", al que persiguen "fantasmas de otros tiempos", que nos define como "Náufragos irremediables de los mares de China / a los que no fuimos", que, por fin, se plantea: "¿E se tudo, de repente?".

8.3.11

Una frase

Tarde desapacible de frío y viento. Al pasar a su lado, el pastor que cuida su pequeño rebaño de ovejas y cabras a la orilla del río, entre el Puente Nuevo y el de Adolfo Suárez, me suelta esta frase enigmática: "Hacen falta abanicos; p´abajo sobre to, porque p´arriba..."

7.3.11

Glück

Tengo encima de la mesa el último libro de la norteamericana Louise Glück, Las siete edades (en traducción de Mirta Rosenberg), poeta a la que sigo desde que me la descubriera, como a tantos, Pre-Textos. Pensaba escribir algo acerca de esa interesantísima lectura, como hice con El iris salvaje y Ararat, pero la reseña de la obra publicada en ABC Cultural por Jaime Siles me hace desistir. Que hable el maestro.

6.3.11

Corazón de piedra

Antonio María Flórez (Don Benito, 1959) es un poeta raro, siquiera sea porque al ser a la vez español y colombiano aúna con mayor facilidad en sus versos dos tradiciones poéticas que, en rigor, por aquello de que hablamos y escribimos en la misma lengua, deberían ser una sola. Su último libro, tras el premiado y dos veces editado (allá y aquí) Desplazados del paraíso, lleva por título Corazón de piedra y lo publica Littera Libros. Por recurrir al tópico, es tan breve como intenso. De "pequeño y denso" lo ha calificado el autor. La dedicatoria despeja desde el principio cualquier duda: "Para Javier Alberto Flórez". Sí, su hijo. Estamos ante una obra de carácter autobiográfico, que no confesional, con abundantes poemas dialogados, donde apenas se juega con ninguna ambigüedad. Quiero decir que el poeta va de frente y por derecho a lo que de verdad le importa: la historia de una relación complicada entre un padre, él, y su hijo. Ambos se encuentran en una encrucijada. "Frente a ellos", como en la cita de Corman McCarthy, "una gran desolación". A lo lejos, "una mujer se difumina en la bruma / y un niño se aferra a sus manos, crece". El paisaje es, sin duda, desolado: hay ruinas ("ruinas grises en vez de sueños"), cenizas ("Sobre la cenizas, / desolación", se titula el poema "Pincel"), melancolía, mucha melancolía. Padre e hijo están ahora en camino, "el viaje es muy largo" y el futuro del todo impreciso. El pasado "es un sueño". Por la ausencia del hijo, "Su infancia ya no es y nunca más será. / Sueña. / Lo que nunca fue. / Lo que nunca vendrá".
Se alude aquí a mentiras, a temores y, sobre todo, a la muerte. Una amenza permanente, que, precisamente, "no es ninguna mentira". Con todo, se atisba la esperanza: "tendrá sentido la vida", escribe Flórez. Y, a modo de conclusión: "Estoy aquí a tu lado. / Preparándote el fuego que deberás portar". / ¿Ese es mi destino? / ¡Ése!".
Para quienes, además de lectores, conocemos algo de la peripecia vital que se narra con versos en Corazón de piedra, éste es el libro inolvidable de un amigo que ha sabido arrancarle a la poesía su bendita porción de arte y de consuelo.

5.3.11

Puntualización

Francisco Javier Moreno Romagueras es un apasionado de las historietas y el cómic. En Trazos, del Hoy, ha publicado un informado artículo sobre el tema titulado "Un viaje por la historia de los tebeos en España", como la muestra que se expone estos días en la Biblioteca de Extremadura y que reúne ejemplares de su propia colección. Eso sí, aunque uno no sabe casi nada de esto, no tengo más remedio que hacer una precisión: Buñuel en el laberinto de las tortugas, de Fermín Solís, antes de ser "publicado por una de las editoriales más prestigiosa del país, como es Astiberri", apareció en el catálogo de otra no menos acreditada, la Editora Regional de Extremadura. Lo sé porque le tocó a uno tomar esa acertada decisión. Convirtiéndola, por cierto, en la primera novela gráfica editada en Extremadura.

Una lección

La de Zoki en su Radio París de ayer. Chapeau!

4.3.11

De excursión

Ayer fuimos de excursión. Mis veinticuatro alumnos y otros tantos del otro 3º. La primera parada fue en el ayuntamiento de Zarza de Granadilla, donde vimos un documental sobre la Finca "Montes de Granadilla", el verdadero motivo de nuestra salida, así como la visita al pueblo abandonado del que ésta toma el nombre. El tiempo no nos acompañó: demasiado viento y mucho frío para una jornada completa a la intemperie. Hasta de pie comimos. No hace falta decir que, con todo y con eso, los chavales se lo pasaron muy bien y apenas hubo incidentes. Bueno, los monitores de Tragsa tuvieron que esforzarse: a las inclemencias meteorológicas tuvieron que sumar las derivadas del comportamiento de casi cincuenta muchachinos inquietos y alborotadores, algo a lo que los maestros que íbamos con ellos ya estamos de sobra acostumbrados. Tampoco uno se lo pasó mal. Mucho aire, algo de sol, un paseo por el campo y una nueva visita a ese pueblo fantasma que no deja de transmitir extrañas sensaciones son motivo bastante para estar contento. El cansancio compensó. Eso sí, las presiones administrativas, cada día más acentuadas, me temo que se acabarán llevando por delante este tipo de tareas. A poco que las cosas sigan así, nadie estará dispuesto a salirse ni un ápice de sus estrictos horarios laborales; que no obligan, por cierto, a estos esfuerzos sobreañadidos. Por educativos, placenteros y pertinentes que parezcan.

LGM

Ya le he dicho a mi librero de cabecera que me aparte un García Montero en cuanto llegué. Leí un adelanto de su nuevo libro, Un invierno propio, en el ABC y tengo ganas de seguir leyendo. Más después de la entrevista que le hace Javier Rodríguez Marcos para el El País. Recuerda GM que «Como dice Joan Margarit, el lector de poesía no es como el público que escucha una canción, es como el músico que interpreta una partitura"». No está mal traído. Quiere uno creer que ya le ha cogido el tono a esta nueva entrega del poeta granadino. Con otras cosas que dice, también estoy de acuerdo. No todo va a ser disentir. Me ha gustado, por ejemplo, el párrafo que dedica a cursis y cobardes, sobre todo eso de que "hay gente que potenciando mucho la verborrea acaba escribiendo pura palabrería en lugar de poesía que indague en la verdad".
Después he leído otra entrevista, casi idéntica, en Público y anoche le vi y le escuché en el telediario de mi paisana Pepa Bueno, lo que demuestra la popularidad que ha llegado a alcanzar el poeta.
En fin, ya contaré en qué queda esto. Pero eso será después de leer el libro entero, claro.

3.3.11

En Mérida

Aquí se puede ver el programa de actividades de fomento de la lectura previsto para los próximos meses por la Biblioteca Municipal "Juan Pablo Forner" de Mérida.

2.3.11

La tele extremeña

Ahora que tanto se habla de cerrar televisiones autonómicas o de privatizarlas, los extremeños, que tenemos una pobre, pero honrada, desde hace dos días, como quien dice, no parecen plantearse nada al respecto. Uno apenas la ve, ésta y otras, aunque no presumo de ello porque la televisión me gusta. Veo  películas, alguna serie, los informativos y, cómo no, documentales. En Canal Extremadura ponen alguna que otra peli decente, un programa cultural aceptable y poco más. Con todo, lo que más me inquieta, como telespectador ocasional, son algunas fijaciones de la cadena: meses atrás (meses y meses, preciso), con el flamenco; ahora, con los dichosos carnavales de Badajoz. Respeto lo primero mucho más que lo segundo, pero me parece, en uno y otro caso, una tortura someter a los telespectadores, fieles o eventuales, a tanto cante, por autóctono que sea, y a tanta murga, nunca mejor dicho. Aquí hay algo más que flamencos y comparsas. Y más extremeños que los del palomero Celdrán.

Habla Aramburu

Aquí, y por extenso. En el programa de Castilla y León Televisión, Silencio, se lee.

1.3.11

Lo previsible

Es un adjetivo que usa con frecuencia Rajoy. Se dice tal. Ayer se lo escuché a Josep Ramoneda en la tertulia matutina de la SER, en otro contexto. Se confesaba feliz porque no le habían dado óscars a Cisne negro. No le había gustado la película  por "previsible". Añadió que la trama era de "primero de Psicología" (curioso: la premiada, ella sí, Natalie Portman, es Licenciada en Psicología por Harvard). A la psicóloga que tenía al lado cuando la vi, le gustó mucho. Sí, cuestión de gustos. Ahora bien, lo de previsible no me parece un argumento necesariamente en contra. Quiero decir que no todo lo previsible (la actitud de Rajoy sí) es malo. Previsibles, pongo por caso, son los diarios de Trapiello o los poemas de Gamoneda y no por eso dejamos de leerlos. Más allá, por generalizar, previsibles son casi todas las obras de arte, el género poco importa, y a veces es eso lo que buscamos de tal o cual poeta o novelista o pintor o músico: lo previsible. Volviendo a esa celebrada película (desde cuándo los óscars son garantía de algo), no creo que el argumento sea lo único que valora el público que va a verla. Ésa o cualquiera. Supongo que, como toda obra artística, es una suma de elementos diversos lo que la hace ser lo que es, algo complejo aunque no siempre complicado. Hablando de cine...
Uno ve o lee o escucha algo y opina sobre ello, sólo eso. A veces coincides con otras opiniones de gente a la que respetas y en otras ocasiones no. Puede que hasta te identifiques, sin querer, con ideas de personas con las que jamás pensaste confluir. Por otra parte, siendo como somos, algo de lo más previsible.