6.11.10

À la mode

Hasta ahora, lo lógico en literatura venía siendo apuntarse de joven a un grupo, a una escuela, a una capilla, a una tendencia (mejor la dominante), y a cierta edad -pasada, por ejemplo, la treintena-, con un lugar al sol canónico, algunos premios y varios libros por delante, declararse y, de poder ser, hacerse de una santa vez "independiente". Esto era, ya digo, lo normal. Por eso le parece a uno tan patético que algunos maduritos -que casi culminan la cuarentena y más- se adscriban con tanta alegría y tan a destiempo a uno de los clubes de moda. Y que, además, se dejen llamar de según qué forma e incluso se uniformen de según qué otra. Para uno, sí, de pena.