24.10.10

En la ciudad histórica

El fiscal y poeta Jesús García Calderón publica su Discurso de Ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de Nuestra Señora de las Angustias de Granada. Su título: "El derecho al futuro de la ciudad histórica".  En el se aúnan la sensibilidad propia de la persona culta que es y el conocimiento del Derecho que como jurista tiene de sobra demostrado. Dice allí: "Cualquiera de nosotros alcanza a imaginar fácilmente o recordar cuánta serenidad y riqueza hemos perdido con la desaparición de numerosos bienes culturales en el curso de las últimas décadas, precisamente aquellas en las que teóricamente habíamos obtenido la más elevada formación y un mayor desarrollo. Lo paradójico y triste es que también todos podríamos convenir que esta pérdida irreparable ha sido completamente innecesaria porque no hubiera sido difícil sostener una razonable actuación rehabilitadora con la búsqueda de nuevos espacios urbanos y disponer la conservación de monumentos y lugares históricos totalmente compatibles con el progreso. Es cierto que nuestra ciudad histórica ha sufrido el terrible rigor de una guerra y hasta la servidumbre del odio, pero bien sabemos que han sido otros los intereses que tanto la devastaron y que acabaron por rendirla a la evidencia de una cierta mediocridad triunfante. Todos sabemos que, lamentablemente y como regla general, lo perdido lo ha sido a consecuencia de la dejadez, la codicia de a especulación, el desorden administrativo o la falta de civismo y de verdadero compromiso social".
Dejando a un lado la guerra, donde él pone Granada uno podría colocar Plasencia, pues que a casi todas las ciudades históricas se adapta ese comportamiento atroz que García Calderón denuncia.
En el discurso de contestación, José García Román dice del nuevo académico palabras que a uno le gustaría hacer suyas: "Interpreta la utopía como necesidad; considera el pesimismo un modo de valentía; piensa que "la tarea del héroe" es comportarse sencillamente como un hombre honrado; admira en los desvalidos su entereza; tiene especial aversión a los sicofantes; estima que el lujo es casi siempre vulgaridad; identifica el bienestar con la decencia y cree que los Díez Mandamientos son los diez faros de la humanidad".
Vaya hasta Granada mi enhorabuena y mi abrazo. Es una pena que extremeños como él cumplan con el maldito sino que hace de muchos de los de aquí seres de lejanía.