10.9.10

Satta

Arrastra uno como puede, ay, ese complejo de mediocre lector de novelas del que ya he dado cuenta más de una vez aquí. Tal vez por eso me hace tanta ilusión dar con una obra que me permite si no serlo del todo al menos acercarme el máximo posible al lector ideal del género, siendo consciente de que lo de género es mucho decir, ya que pasan por novelas lo que ni siquiera son libros pertencientes a eso que denominamos, en el más amplio sentido, literatura. En estos tiempos, me atrevería a decir, demasiados. La alegría del complejo superado, siquiera por un rato, me la ha dado esta vez El día del juicio, de Salvatore Satta, un isleño de Cerdeña -de Nuoro, para ser del todo exactos, el lugar donde se desarrolla la historia- que como su paisano Lampedusa, otro isleño pero de Sicilia, no llegó a ver su novela publicada. Adelphi la editó en 1979 y Satta, un gran jurista, murió en el 75. Aquí publica el libro Anagrama en su nueva colección Otra vuelta de tuerca pues la primera edición española en esa casa barelonesa data de 1983, que es cuando a buen seguro la leyó mi amigo Gonzalo, con el que quiero comentar un día de estos, entre vino y caña, mi humilde y tardío hallazgo. Aunque Javier Rodríguez Marcos escribió este verano sobre la necesidad de contar los finales (un ingenioso artículo, por cierto), no cometeré la torpeza de contar de qué va la novela. Bueno, va de lo van todas las que merecen tal nombre. De lo que va la literatura que de verdad lo es. Con eso está dicho todo. O casi.  José Luis de Juan  ha escrito una bonita reseña sobre ella. Según Steiner, autor de un prólogo entusiasta, se trata de una "obra maestra". Uno, desde la modestia, también se atrevería a utilizar tan gastado término. Y ahora sí que estaría todo dicho.