3.10.09

Colombianos en Barcelona








CRONICA ENCUENTRO DE ESCRITORES COLOMBIANOS EN CATALUÑA

Por Antonio María Flórez. Escritor

Por fin, y luego de transcurridos más de dos años desde el momento en que el historiador y poeta Arturo Bolaños me propusiera acompañarlo en la idea de organizar un encuentro de escritores colombianos residentes en Cataluña, hemos logrado un espacio y un tiempo para saludarnos y reconocernos, para indagar en las razones diversas de nuestro desarraigo, en la influencia que ha tenido Barcelona en la literatura colombiana, pero, además, para mostrar al público catalán en qué anda la escritura de los errabundos escritores de allá que aquí moran. Y ese lugar y momento se han dado y sucedido en Casa Amèrica de Catalunya, felizmente, los días 29 y 30 del septiembre reciente.
Pero la idea no contó con mucha credibilidad ni apoyo en un principio, se pensaba que quizás era en exceso ambiciosa. Pero poco a poco, se fueron venciendo resistencias. Primero de los propios creadores colombianos que en la medida que contactábamos con ellos, la secundaban sin ambages. Máxime porque el proyecto trasciende su propósito inicial y busca reunir, más tarde, a los autores colombianos residentes en toda España y, luego, en toda Europa. Por supuesto en Barcelona, pero por qué no en Madrid o París. Y aprovechar para hacerle el gran homenaje que le debe esta ciudad, y todo el ámbito del español, a la figura señera de García Márquez, paradigma de mutuas significaciones.
Se tocaron primero algunas puertas oficiales, con poco eco, hasta que Antonio Travería y Marta Nin, de Casa Amèrica de Catalunya, decidieron acoger la idea y acolitarla, prestándole todo su apoyo logístico y económico a este evento que hemos realizado con gran éxito en días pasados, en buena parte también gracias al importante apoyo mediático aportado por la Fundación Santillana en las últimas semanas.
Aparte de García Márquez, se cuentan por decenas los escritores de este país que han vivido en esta región, tal como lo documentaron en sus sesudas e iluminadoras conferencias, Ricardo Cano Gaviria y Arturo Bolaños. Barcelona ha ejercido una magnética influencia en los creadores colombianos que se remonta a la segunda mitad del siglo XIX, tal vez por su cosmopolitismo y mediterraneidad y, especialmente por ser, quizás, el más poderoso e influyente centro editorial de España. Aquí vivió y publicó José María Vargas Vila, el primer auténtico “bestseller” de la literatura en español del siglo XX. Aquí ejerció de cónsul Jorge Zalamea, el gran poeta amigo de los del 27 a quien Lorca dedicó algún poema del Romancero gitano, autor de El Sueño de las escalinatas y traductor excelso de Saint John Perse. En Tarragona vivió, y murió hace poco, Carlos Martín, uno de los más importantes “piedracielistas”, que fuera el rector del colegio de Zipaquirá donde Gabo cursó sus estudios de bachillerato y con quien se adentró en los misterios de la poesía, tan hondamente, que el aracateño tuvo una etapa lírica incipiente y le hizo afirmar en algún momento algo así como que la literatura era la poesía.
También moraron por estos pagos, más tarde, el médico Manuel Zapata Olivella (Changó el gran putas), que se casó con una catalana a la que llevó a vivir a Colombia, al igual que Óscar Collazos (Esta mañana del mundo) y Ricardo Cano Gaviria (El pasajero Walter Benjamin), que sí se quedó a vivir aquí, más concretamente en Montblanc. Así mismo, estuvieron radicados, Alba Lucía Ángel (Estaba la pájara pinta sentada en el verde limón), R. H. Moreno Durán (Fémina suite), Luis Fayad (Los parientes de Esther), Carlos Perozzo (Hasta el sol de los venados), Miguel de Francisco (Armario de solterones), Antonio Ungar (Zanahorias voladoras), Orlando Mejía (Pensamientos de guerra), Ricardo Silva (Edificio la Gran vía), entre muchos otros.
Pero también se supo que uno de los primeros cónsules de Colombia aquí, fue un catalán americanista, nacido en Valladolid, que lo fue para la época de la Exposición universal de Barcelona; y se recordó que Ramón Vinyes, el famoso sabio de Cien años de soledad, era catalán, y que desde su librería de Barranquilla puso al día en la literatura mundial a los insaciables lectores del grupo de La Cueva (Cepeda Samudio, Fuenmayor, Meira del Mar y el mismo Gabo).
La primera jornada, con lleno completo y público de pie, fue moderada con justeza por José Antonio de Ory, antiguo agregado cultural de España en Bogotá, contó con la presencia de Ángela Becerra (El penúltimo sueño), Juan Gabriel Vásquez (Historia secreta de Costaguana), Luis Noriega (Iménez) y Ricardo Cano Gaviria (El pasajero Walter Benjamin). En el coloquio se indagó por las razones que han traído a todos estos escritores a Barcelona y la condición de su desarraigo, así como la naturaleza de su obra y su relación con Colombia. Becerra, publicista, significó que su traslado a esta ciudad se debió a motivos estrictamente laborales y amorosos, que reconoce muchas colombias en planos superpuestos y que prefiere identificarse con la nación positiva y alegre que también es su patria, que el odio es un concepto universal y no local y, finalmente, sobre el supuesto “idealismo mágico” de su obra aclaró que es un concepto que surge de los críticos y no de su intención creativa. Noriega recordó que cayó en Barcelona por descarte y porque era más barato vivir y más fácil para vivir de su obra, afirmó que su narrativa negra y crítica, se ha ido haciendo menos ácida desde la distancia, aunque conserva su tono irónico. Cano Gaviria, el que más tiempo lleva viviendo aquí, conoció y tuvo trato cercano con los artífices del boom, contó cómo la casa donde vivió y escribió García Márquez la Cándida Eréndira y algunos de sus cuentos, aún se conserva prácticamente intacta en la calle Caponata y que Vargas Llosa se pasó a vivir a una calle cercana para estar cerca de su entonces buen amigo. Vinculado a la desaparecida Hora de poesía de los Lentini, codirige con su esposa la editorial Igitur. No quiso entrar en polémicas por el uso político del catalán y dijo sentirse deudor de los escritores catalanes que escriben en español, como Marsé, Mendoza o goytisolo y que gracias a ellos pudo conocer a Ramon Llull. Reconoció Cano, además, que ahora escribe con menos amargura sobre Colombia y que en su nueva novela trata de recuperar algunos registros lingüísticos colombianos. Vásquez, después de vivir en Bélgica y Francia, reconoció que se decidió por Barcelona porque entendió que en ella podría vivir de lo que le gusta: la literatura y porque el mito de lo que hicieron aquí Gabo y compañía siempre pesa. Si bien Juan Gabriel escribe sobre diversos temas, extraterritorialmente, y reconoce una deuda enorme con otras literaturas, especialmente con Conrad, en su obra se nota una honda preocupación por su patria, más desde el deseo de entenderla y esclarecer su compleja realidad, que como tópico. Por supuesto, se tocó el tema del peso de García Márquez en la literatura nacional y universal, y la manera como se asumió ese magisterio en el país; el fenómeno de Gabo es irrepetible y las referencias e influencias sobre la obra de cada uno no necesariamente deben ser territoriales, concluyó el escritor bogotano.
La segunda jornada contó igualmente con muy buena asistencia de público, a pesar de también coincidir con partidos de la Champion League. Marta Nin y Basilio Baltasar, director de la Fundación Santillana, abrieron la noche destacando el ambicioso proyecto de cooperación que se abre con el acuerdo firmado por Casa América y la Fundación y su voluntad de apoyo a proyectos como el que cursa. Arturo Bolaños en su charla “El silabario que nos une” señaló que Barcelona ha sido para los escritores colombianos “archivo de cortesía”. Luego, Rosa Lentini, profunda conocedora de la poesía colombiana contemporánea, presentó con solvencia a cada uno de los poetas participantes en el recital de cierre del evento. Zamir Bechara (Voces mínimas) previo a la lectura de sus versos hizo énfasis en el fervor que ha mostrado Colombia siempre por la poesía y lo que “cuesta escribir versos ante los desmanes de nuestra época”. Arturo Bolaños (Sabor a ceniza), leyó densos textos de su última producción. Antonio María Flórez (Desplazados del paraíso) mostró algunos de sus nuevos poemas, algunos de ellos dedicados a Barcelona. Juan Pablo Roa (Basilisco), se decantó por presentar textos de varios poemarios. Y, finalmente, Anabel Torres (Poemas de la guerra) rescató algunos textos olvidados suyos y cantó al amor en Barcelona.
Buenas sensaciones de un Encuentro que nos muestra una literatura colombiana vitalista y dinámica, con deseos de seguir ocupando un lugar preponderante en el universo lingüístico del español y que seguro seguirá teniendo una estupenda relación con Barcelona y Cataluña.

Barcelona, 1 de octubre de 2009