8.6.08

Montejo

Ayer, muy temprano, camino de Salamanca, pasamos por el cruce del publecito de Montejo. Como siempre, uno recordó al poeta venezolano que lleva ese nombre por apellido. No podía imaginarme que una hora después leería que había muerto. Su poesía. no muy extensa ni demasiado conocida, le sobrevive. En ella, él sigue también vivo. Y, lo que es mejor, nos mantiene más vivos a sus lectores. Sus libros seguirán a mi lado, tan cerca que los puedo alcanzar desde esta silla con la mano.