17.4.07

Carta de Palma

1. Tengo que confesar que el viaje no empezó del todo bien: hora y media de retraso en la T4 y, para colmo, del avión que íbamos a tomar de inmediato (procedente de Valencia y causa de la desesperante espera) bajó el mismísimo Vicente Martínez Pujalte. Sí, en la distancia corta es mucho peor.
2. El vuelo (adelanto que vale para ida y vuelta), excepcional. Está visto y comprobado que las fobias son irracionales. Bueno, y que uno nació, como todos, para caminar sobre la tierra.
3. Palma era una borrosa ciudad en mis recuerdos. De la primavera del 75. La he leído luego en los diarios y poemas del palmesano Llop, por ejemplo. Regreso con un puzzle de imágenes llenas, sobre todo, de luz. Muy hermosas, añado.
4. Conocí a Paco Díaz de Castro en Cáceres, hace un año. También en Cáceres, ya es casualidad, el pasado otoño, a Perfecto E. Cuadrado. Los dos son profesores de la Universidad de las Islas Baleares. El primero es también poeta. El segundo, uno de los mejores traductores de escritores portugueses y un lusista de lujo. Entre los dos dirigen, desde el 90, Poesia de Paper. Los dos son excelentes personas. Sé lo que digo. No hablo por hablar. Con Paco y con su mujer, Almudena, hemos pasado horas deliciosas que nos han permitido alejar por unas horas cansancios y pesares. Y casi siempre lo hemos hecho de la mejor manera posible: comiendo. Un festín que a los dos (a Paco y a mí) nos obligará a extremar las precauciones en los próximos tiempos. Bastará recordar aromas y sabores para que se nos haga más llevadero. Ellas no necesitan, ay, de estos castigos.
5. Disfruté leyendo poemas en la Fundación Sa Nostra. Fue una bonita "conversación en la penumbra". Y con jóvenes poetas entre el público, como Maijo Mora, que me regaló una plaquette. Esto siempre se agradece. Le rejuvenece a uno, vamos. O al revés, según se mire.
6. Al recoger el equipaje, sorpresa. Lo nunca visto (por nosotros, claro): nos han quemado (sí, quemado) un neceser. Se ha perdido todo. Botes de colonia, envases de desodorante, un humilde peine... Bueno, en rigor, se ha chamuscado. Era cosa de ver. Como nuestra cara de gilipollas. Ya que el avión no ha explotado en vuelo, damos por hecho que las pérdidas han ardido por frotación asfáltica o por atropello veloz. ¡Qué sabemos! Iberia, como siempre, cumple. En fin, peor hubiera sido perder por el camino las ensaimadas que he recogido esta misma mañana a las 8 en Forn Fond.