12.11.06

Conversaciones

Esta semana han tomado nuestra casa los pintores. Su paso ha sido como una enfermedad. ¡Qué días! Por si no tuviera uno poco con el ajetreo laboral... Menos mal que de estas pequeñas pero necesarias catástrofes siempre se saca algún beneficio; por ejemplo, se tiran mil cosas a la basura o se ordenan otras. Así, los libros. De entre el polvo de los estantes de arriba ha salido un ejemplar de Conversaciones en Extremadura. Lo publicó Universitas Editorial en 1981. Su autor, Marciano Rivero Breña (¿qué habrá sido de él?). Charla con políticos (ninguno, ay, ha permanecido), artistas, escritores... He estado releyendo algunas de ellas y me he encontrado con sorpresas (ya subrayadas en primera lectura). El profesor Senabre, pongo por caso, denuncia el incumplimiento del ayuntamiento de Plasencia de su compromiso económico con la recién creada Universidad de Extremadura. Sólo pagó el millón del primer año. No me extraña que el crítico siempre me haya hablado de esta ciudad con palabras amargas. Adolfo Maíllo (padre) se anticipa a lo que iba a ser la futura Real Academia de Extremadura y alude a "santones" con deseo de "inmortalizarse", a un "mausoleo definitivo" y al "florón más rancio de la cultura de esta región". Que Castelo le perdone. O no, vete a ver. La conversación con Barjola es parca, honda y triste, como era él. Mi paisano José Antonio Gabriel y Galán se declara "un apenado de Extremadura". En fin. Qué negro era todo entonces y qué luminoso nos parece (a algunos) ahora. ¿Para cuándo una nueva entrega de conversaciones en la Extremadura de hoy? Si algún periodista de raza con bitácora quisiera...