3.2.06

Una anécdota

A mediamañana, en Badajoz, entre reunión y reunión, me pasé por un bar que está enfrente del MEIAC a tomar un café. Había un par de parroquianos y el camarero. La televisión estaba puesta. Sintonizada en la Cuatro, por cierto. Me extrañó porque encima de la barra estaba el ABC. No debería haberme parecido raro: sé mejor que nadie que ése es un periódico tan liberal como para tenerle a uno como colaborador. Al poco llegó un sacerdote (llevaba alzacuellos) acompañado de (supongo) un matrimonio. Eran habituales porque, nada más aterrizar, ella dijo con contundencia: "Hoy pago yo". Casi al tiempo, el mencionado cura me pasó el ejemplar de Hoy que había estado viendo uno de los clientes y que pretendía atrapar. Le agradecí el gesto. Se sentaron a tomar sus consumiciones en una mesa. En ese momento salió en la tele Fungairiño y el buen hombre (casi) gritó: "¡Hijos de mala madre! Y al poco: "¡Canallas!" Se refería, claro está, a "los socialistas". Confieso, nunca mejor dicho, que las descalificaciones me sublevaron. A pesar de mi timidez, estuve a punto de dirigirme a él para pedirle respeto o, mejor, para afearle una conducta tan poco cristiana. Al final me fui refunfuñando para mis adentros.
Luego pensé: tengo un hermano sacerdote y este tipo impresentable le ofende indirectamente. Y, con él, a mí, que le quiero y le respeto. Por otra parte, aunque no milite en ningún partido, me siento cercano a las posiciones que el energúmeno criticaba. ¿Soy por eso hijo de "mala madre"? Dando por supuesto que no, sin querer se insultaba a sí mismo: mi madre seguro que está mucho más cerca de sus planteamientos que de los míos. Si es que a lo del clérigo se le pueden llamar "planteamientos", claro.
En fin, el café estuvo hoy especialmente amargo. Empieza a dar asco escuchar a según qué memos. Y luego predicará sobre la caridad, el amor y el perdón. ¡Cínico!