31.12.05

Retiro lo dicho

Nada, retiro lo dicho. Me refiero a los elogios que vertí en un artículo reciente, publicado también aquí, sobre los cafés; en concreto, ponderando la apertura en Plasencia del "Gran Café". Tras fallar el premio de relatos que tienen (nada que objetar), su primera acción placentina consiste en organizar un homenaje a Gabriel y Galán en el atrio de la iglesia de San Esteban, situada enfrente del establecimiento, donde el vate contrajo matrimonio.
No tengo nada contra el poeta, a los hechos me remito. Uno le ha echado muchas ganas (y muchas horas) al primer Centenario de su muerte que hoy se cierra. Por suerte, quedarán sobradas pruebas en tinta sobre papel. Si fuera por los "castúos" que tanto le adoran...
Ahora bien, de eso a celebrar homenajes bajo las estatuas en los paseos provinciales hay un trecho. Aludo al de Cáceres, en el Paseo de Cánovas, de quien éste toma ejemplo. Mal ejemplo, preciso. Por lo demás, allá cada cual. Que a uno eso le parezca casposo y extemporáneo no significa nada. Una opinión, eso es todo. Una, insisto, porque seguro que es todo un éxito de crítica y público.
Lo peor es que en el evento actúa Pepe Extremadura, aunque eso pueda tener una ventaja: que, tras castigar los oídos de los presentes, empiece a llover a cántaros.
¿Ésta es la modernidad y el talante que trae a Plasencia el "Gran Café"? ¡Qué novedad!

30.12.05

Malos modos

A estas alturas de mi vida, si hay algo que no soporto son los malos modos. O la falta de buenos modales. Me importa muy poco que éstos tengan su dosis de falseamiento e hipocresía. Prefiero pensar, eso sí, que surgen de lo que llamábamos la buena educación. La que le falta a algunos. A demasiados. A la sociedad en su conjunto, sin duda.
Nada más lamentable que el tono bronco. Más si no viene ni siquiera a cuento.
Me sorprende sin remedio ese afán por querer parecer siempre gente autoritaria. Como si la autoridad la dieran las voces, gritar más alto. Debe ser muy cansado ir así por la vida. Y muy frustrante. ¡Qué carrera de sargento han perdido!
Qué lamentable, en fin, esa sensación de volver al colegio. Al de mi época, con Franco aún vivo.
Fernando Pérez me recordó más de una vez una expresión de su querida Santa Marta: "Cada vez que habla -decía uno de alguien- escupe cebá". Pues eso.

Azúa dixit

"La melancolía es inherente al habitante de las ciudades".

Está en su blog, donde dedica una entrada a mi admirado Zagajewski: Morirse de risa.

27.12.05

De bibliotecosas

El fuego destruye la biblioteca de Bush

WASHINGTON (Reuters) - El lunes, un trágico incendio destruyó la biblioteca personal del presidente George W. Bush. Sus dos libros se han perdido. El portavoz de la Casa Blanca dijo que el presidente estaba desolado, ya que no había terminado de colorear el segundo.

(Bibliotecosas)

26.12.05

Formar bibliotecas

El pasado sábado, Roger Chartier, uno de los máximos especialistas mundiales en lectura, afirmaba en una entrevista publicada en El País: “Los jóvenes leen más de lo que se dice habitualmente. Lo que ocurre es que han renunciado, en buena medida, a formar bibliotecas. Los estudiantes piensan que los libros acompañan sólo un periodo vital y luego los venden o los regalan”.

La frase me dio que pensar. Y pensar y recordar, ya se sabe, son casi la misma cosa.

Alberto Manguel, del que uno se acuerda en cuanto escucha o lee la palabra lectura, lo dijo al principio de un artículo memorable (premiado, con justicia, por la Fundación Germán Sánchez Ruipérez): “Mi biblioteca es una suerte de autobiografía. En la proliferación de anaqueles hay un libro para cada instante de mi vida, para cada amistad, para cada desilusión, para cada cambio. Jalonan mis años como esas piedras blancas que marcan la ruta de un peregrino”. A esto, ay, es a lo que, según Chartier, han renunciado los jóvenes.

Uno, que no había leído por entonces a Manguel (del que, por cierto, se publica estos días en Lumen una edición ampliada de su memorable Una historia de la lectura), tuvo claro bastante pronto que quería formar su propia biblioteca. Puede que por imitación: había visto desde muy pequeño la de uno de mis tíos y no había lugar más hermoso para mí, ni en casa de mis abuelos paternos, primero, ni en la suya, después. Antes que otra cosa, era un placer puramente estético: me gustaban las paredes forradas de libros y los lomos y colores, casi siempre apagados, de los volúmenes alineados en las estanterías. Todavía hoy, muchos años después, me encanta sentarme en el sofá y contemplar, desde lejos (todo lo lejos que permiten las dimensiones de nuestros pisos hipotecados), a debida distancia, los anaqueles con esos libros que, como sentenció en autor de Con Borges, son una suerte de autobiografía.

La comencé con plena conciencia de que ése sería un camino sin retorno. Desde un solo libro. Al principio, ¡qué pocos ejemplares contenía! La mayor parte eran de la benemérita colección Libros de Bolsillo de Alianza.

Como suelo recordar cuando asisto a lecturas o talleres, en mi casa no había una gran biblioteca, lo que, además de ser verdad, anima a quienes piensan que eso es imprescindible para ser un futuro lector o un escritor incluso.

Bueno, los tiempos eran otros. Allá por los sesenta del siglo pasado a lo más que se podía aspirar era a tener, además de El Quijote y La Biblia, algunos libros de la colección de RTVE y, más tarde, de la editorial Planeta de Lara y del Círculo de Lectores. Ahora todo ha cambiado. Hace mucho que cambió. En Extremadura, de la mano del Plan de Fomento de la Lectura (que algún ignorante ni siquiera sabe enunciar), se han vendido al simbólico precio de un euro y hasta se han regalado con los periódicos por lo que aquella nefasta estadística de finales de los setenta, según la cual en casi el 80% de los hogares extremeños no había ningún libro, se ha evaporado y no precisamente por arte de magia, como ha dado a entender el mismo iletrado de antes.

Pero no todo es bueno en esto de coleccionar libros, sobre todo, si se hace a tontas y a locas, lo que va, por cierto, contra la idea de coleccionismo. Esas dimensiones a que antes hacía mención, de las que dispone la media, no dan para muchos metros de librerías, por muy de IKEA que sean. Por eso, quien más y quien menos, pasados los primeros impulsos (tan compulsivos como casi todos los de la adolescencia y la primera juventud), orientan, en la medida de lo posible, la adquisición de libros en una determinada dirección y es entonces cuando, en rigor, podemos decir que esa tarea se convierte en parte de uno mismo y deviene autobiográfica.

Es apasionante rastrear el pasado a través de los libros que uno ha ido amontonando a lo largo de su vida. Nos llevan a lugares próximos o remotos. Nos hacen revivir tal o cual acontecimiento. Rememoran la sorpresa de encontrarlos sin previo aviso o la de localizarlos tras a ir deliberadamente hacia ellos.

Es verdad que muchos no nos dicen nada. Son ejemplares que llegaron sin que mediara nuestra intención y no siempre fueron bienvenidos. O que vinieron de nuestra mano pero que, a pesar de eso, ocasionaron un desencuentro. Con todo, nos da no sé qué deshacernos de ellos y, a lo más, los depositamos en otra estantería. En mi caso, en una de construcción artesanal que descansa sobre uno de los muros de piedra del molino de mis suegros.

No creo que Chartier tenga toda la razón. Si así fuera, mucho se pierden los jóvenes con renunciar a construir su vida como si fuera una suerte de biblioteca.

(del HOY)

25.12.05

Un poema de Sophia de Mello



Barcos

Uno a uno hacia el mar pasan los barcos
Pasan frente a promontorios y terrazas
Cortando la lisa superficie del agua

Y los dioses todos son de nuevo nombrados
Más allá de las ruinas de sus templos.

(Versión de Antonio Mengs, Adamar)

23.12.05

Navidad


Aunque uno sucumba ante la avalancha de felicitaciones que llegan por estas fechas, quiero desear lo mejor a los lectores de este blog. Para estas Fiestas y para el año que se avecina. Sobre todo, salud. Lo demás...

19.12.05

Demetrio

No suelo recordar mis sueños. Esta mañana, sin embargo, me desperté en medio de uno y he podido retenerlo. Venía de Mérida en el coche por la N-630 (esta es una pesadilla recurrente) y a la altura de las famosas curvas del Tajo me encontraba con el señor Demetrio, un conocido peluquero placentino. Así ocurría durante tres días seguidos. A eso de las tres de la tarde, en el mismo sitio, sentado en una piedra. En mi sueño deducía que llegaba hasta ese lugar andando, desde Plasencia.

No es extraño que me cruzara con él en mi duermevela. Es raro el día que no me lo encuentro en el paseo. Solemos coincidir en La Isla. Uno va solo. A Demetrio le acompaña uno de sus hijos. Sin pararnos, siempre me pregunta por mi madre (a la que manda recuerdos) y siempre alude a la rapidez de mi paso. Le respondo siempre lo mismo: que mi madre bien, que sí, que se los daré, y que voy muy deprisa por falta de tiempo. Esto, claro, cuando ya nos hemos sobrepasado.

Después de muchos años, volvimos a vernos hace poco. Mantuvimos una conversación más larga. No hace tanto de eso, ya digo. Después de morir mi padre. Hablamos de él, como es lógico, y, entre otras cosas, de canarios, pues él los cría.

Como me dio saludos para ella, unos días después le comenté a mi madre ese reencuentro, lo que me permitió recordar otras cosas. Por ejemplo mi infancia. Sí, porque el señor Demetrio fue durante años a cortarnos el pelo a domicilio. A los cuatro hombres de la casa: a mi padre, a mis dos hermanos y a mí. Confieso que he arrastrado desde entonces una mala conciencia respecto a este hombre. Venía los domingos. Uno al mes. Muy temprano. Con una carterita donde guardaba los útiles necesarios: peine, tijeras, máquina, etc. Cuando sonaba el timbre, uno estaba dormido. No he sido nunca dormilón, pero era tan pronto... Mi reacción era siempre la misma: no quería levantarme. Lo hacía, claro, pero a duras penas y no sin mediar la correspondiente regañina. Cuando llegaba en pijama delante de él, mi cara, de niño somnoliento y enfadado, chocaba con la de alguien despierto y sonriente. Él iba a trabajar y debía resultarle engorroso tener que bregar con un crío impertinente y zangolotino. Aunque disciplinado y obediente desde chiquitito, mis negativas eran sonoras y él debía soportarlas desde la habitación de al lado, separada de la mía por los endebles tabiques de nuestro desarrollismo.

No era sólo el madrugón. Por entonces, los pelados que nos echaban eran tan apurados que detestábamos nuestro calamitoso aspecto hasta que el cabello volvía a crecer. Poco, sin duda, porque apenas lo hacía ya estaba allí de nuevo el peluquero para volver a poner las cosas en su sitio. Sólo una cosa me gustaba de ese corte militarizado (tanto como la sociedad en la que vivíamos): pasar al día siguiente la mano por la cabeza y deslizarla desde el cogotillo hasta la coronilla, hacia arriba, a contrapelo.

La mala conciencia me viene de ahí, de mi actitud negativa hacia alguien que no tenía culpa de nada pero que sufría mis malos modales.

Aunque mi padre siguió siendo un cliente fiel de Demetrio, en cuanto tuve poder de decisión, hecho ya un hombrecito, empecé a ir por mi cuenta a una peluquería donde, por cierto, se notaba el aperturismo democrático por la abundancia de revistas de coches y de chicas poco vestidas que pululaban, entre pelos (los de los clientes, no se me malinterprete), por mesitas y aparadores. Algo que el adolescente que yo era agradecía. La tijera sustituyó a la máquina de rasurar (que tenía algo de temible objeto ortopédico) y cortarse el pelo dejó de ser una intempestiva tortura. Bueno, a decir verdad, nunca ha dejado de serlo del todo y más ahora, cuando uno va viendo que no le queda a uno mucho para convertirse en alguien que al peluquero, lo que se dice necesitarlo, pronto no lo va a necesitar.

Hace una semana, mientras tomábamos unos vinos y unas cañas, respectivamente, hablaba con Gonzalo Hidalgo de Demetrio. Además de tener su casa y, antes, su negocio en el barrio donde vive su madre, el de Rosal de Ayala, ha sido también su peluquero durante años. Casualidades de la vida.

Supongo que los saludos amistosos y los encuentros veloces son clara señal de que no nos guardamos rencor. Al contrario. En lo que a mí respecta, remordimientos aparte, lo que siento por Demetrio es afecto. No en vano me recuerda unos años felices donde las preocupaciones eran tan banales como un pelado. Propias de alguien que aún desconocía, para su bien, el sentido trágico de la palabra muerte.

(Publicado en HOY)

18.12.05

El huésped del futuro

Me gusta leer los artículos de Vargas Llosa; los que no hablan de política, preciso. Hoy hay uno delicioso en El País, El huésped del futuro, dedicado al encuentro de Anna Ajmátova e Isaías Berlin el 20 de noviembre de 1945 en San Petersburgo.
La primera noticia de ese encuentro la tuve leyendo un libro interesantísimo, la biografía de Berlin escrita por M. Ignatieff que en España, bajo el título Su vida, publicó Taurus.
Por suerte, en Galaxia Gutenberg acaba de aparecer El canto y la ceniza, una antología de la Ajmátova y de otra poeta rusa, Marina Tsvetáieva. La edición corre a cargo de Monika Zgustova y Olvido García Valdés.

Del calentamiento... verbal

Cuando Santiago Castelo, en su condición de director de la Real Academia de las Artes y las Letras de Extremadura, hace mención al incidente relatado en mi entrada Al modo de Aguilar y dice de su protagonista que "se le calienta la boca", no se refiere a la primera acepción del diccionario de otra Real Academia, la Española: "hablar con extensión, explayarse en el discurso o conversación acerca de algún punto", sino a la segunda: "enardecerse, prorrumpir en verdades, frescas o palabras descompuestas", por más que el término "verdades" aquí sobre.

Barcarrota

Como recuerda Santos Domínguez en su blog, acaba de aparecer un DVD con la edición digital de aquel alijo de libros emparedados en Barcarrota. No obstante, para poder gozar de esa biblioteca sólo tiene que visitar la página web de la Biblioteca Regional de Extremadura o pinchar directamente aquí. Que lo disfrute.

17.12.05

Dos notas

1.- Reconozco que me sorprende la cerrada defensa que hace Félix de Azúa de Gabriel Albiac en su blog. No es santo de mi devoción el airado filósofo. Será que lo he leído poco.

2.- Excelente la reflexión de Jordi Gracia, Gallos de pelea, publicada hoy en El País. Es extrapolable a otros ámbitos, sin duda.

16.12.05

Primicias

La vida, por más que se empeñe en lo contrario -en esa racha andamos- nos da momentos de alegría. Ayer, sin ir más lejos, cuando pude tener en las manos el nuevo libro de Juan Ramón Santos, El Círculo de Viena, editado por Llibros del Pexe, y la reedición de El cerco oblicuo, de Gonzalo Hidalgo, que ha publicado Calambur. Por si fuera poco, ya he visto (y leído) cubiertas y solapas de otra reedición: la de la última novela de recién citado GHB, Paradoja del interventor. La sacará Tusquets en marzo.
Lo dicho: una intensa alegría. ¡Enhorabuena!

15.12.05

Al modo de Aguilar

A sabiendas de que la cultura les importa un bledo (me consta, nos consta), ¿puede consentir un partido que se autodenomina responsable y serio, el PP de Extremadura, sus dirigentes y militantes (que alguno habrá con luces, digo yo), que su portavoz eche por tierra años y años de trabajo en busca de nuestro resurgimiento cultural y se atreva a afirmar (en un tono de voz histérico, sin atinar en las denominaciones, fuera de sí) que instituciones como la Real Academia de las Artes y las Letras de Extremadura o la Fundación Academia Europea de Yuste son«tinglados creados por el PSOE para servir de correa de transmisión y de capote protector»? Ni ésas ni otras que menciona a medias (porque ni su nombre conoce) o que, por la cuenta que le tiene, no se atreve a mencionar. Da risa.
¿Hasta cuando van a seguir creyendo en ese partido las falacias de ese indocumentado que además, él sí, es un inmenso «fantasma»? ¿No están siempre con lo del sentido común? ¿A qué esperan para ponerlo de una vez en práctica?
Lo he dicho en alguna ocasión y lo repito ahora: da pena tener enemigos de tan poca categoría.
Por lo demás, estoy de acuerdo: ante discursos así de zafios realizados por personajes así de tontos, lo mejor es callarse y dejar que el pobre hombre siga hablando solo, sumido en su propio delirio. Llega un momento, eso sí, en que el silencio puede parecer cómplice y eso tampoco. Por mí que no quede.

Julián Marías

Ha muerto hoy en Madrid. De muchacho, como diría Gonzalo Hidalgo, uno, rarito que era, le escuchaba con gusto en la tele blanquinegra. Eran los tiempos de aquellos programas culturales de sobremesa que presentaron, sucesivamente, Martín Ferrand y Arozamena. Recuerdo, por cierto, una larga entrevista que le hizo este último. Aquello sí que era tomate.
No he leído sus libros. Sí algunos de sus artículos y terceras. Nunca desentonaban.
Fue otro de los verdaderos perdedores de la guerra, un auténtico exiliado interior.
Hace unos pocos años escribí un artículo en ABC donde le mencionaba. Para mi sorpresa, a los pocos días recibí una carta suya agradeciéndome la cita. Todo un detalle. El que en esta hora aciaga, a mi modo de ver, mejor le define.

13.12.05

Cafés

En su último libro publicado en España, La idea de Europa, tan sugerente como todos los suyos, de imprescindible lectura para aquellos que no tengan asumida su noble condición de europeos, George Steiner afirma: “Europa está compuesta de cafés” y, tras enumerar unos cuantos y relacionarlos con un puñado de grandes escritores y pensadores europeos y sus respectivas ciudades, añade: “Si trazamos el mapa de los cafés, tendremos uno de los indicadores esenciales de la «idea de Europa»”. Sí, “el café es el lugar para la cita y la conspiración, para el debate intelectual y para el cotilleo, para el flâneur y para el poeta o el metafísico con su cuaderno. Está abierto a todos, sin embargo es también un club, una masonería de reconocimiento político o artístico-literario y de presencia programática”. “Mientras haya cafés -concluye el autor de Errata- la «idea de Europa» tendrá contenido”.

Viene esta reflexión a cuento de un mínimo pero sustancial acontecimiento que ha tenido lugar en Plasencia. Me refiero a la inauguración del Gran Café. Mínimo porque al fin y al cabo no deja de ser un nuevo negocio hostelero que se abre en una ciudad con sobrada tradición en ese terreno. Sustancial porque, de darse las condiciones necesarias, sus salones proporcionarán esas ocasiones que, según Steiner, favorecen los veladores de los cafés. A lo mejor parte de nuestros males -y éstos, que conste, existen y están, ay, demasiado arraigados- derivan de la falta de conversaciones serenas, inteligentes y en voz baja alrededor de una mesa y de un café que, por cierto, no es lo mismo que las atropelladas y vocingleras charlas de barra de bar con un vaso de vino o de cerveza en la mano. De estas últimas andamos en este pueblo de ruteros harto sobrados. De ellas suelen salir las descalificaciones más denigrantes, los chistes más fáciles, los bulos más infames y, lo que es peor, las soluciones más estúpidas. Así nos ha ido y así nos va.

En cierta ocasión relacioné, probablemente sin mucho fundamento, nuestra decadencia socioeconómica (y cultural, claro) con la falta de cafés. Puede que ahora, la revitalización hostelera y, por ende, cafetera, sea una señal de nuestro definitivo despegue, ése que algunos ven, otros intuyen y los más ni atisban ni, por desgracia, imaginan. Sí, me temo que de sueños andamos escasos por estos lares.

Con todo, en la historia de esta ciudad no han faltado cafés. De su memoria a lo largo de los primeros dos tercios del siglo pasado di cuenta, siquiera en parte (uno no escribe documentadas novelas históricas), en Alguien que no existe. Necesitaba que mis personajes se sentaran por fatalidad y por costumbre en esos sitios y, por eso, de no haber existido me los habría inventado. ¿Por qué? Porque no concibo a la gente que lee, escribe o piensa fuera de esos lugares civilizados tan proclives a la generación de ideas. De buenas ideas. Y lo dice alguien que no hace vida social y que, en rigor, se considera un solitario. Da igual, hasta una persona a la que le guste la soledad, ama los cafés.

Cuando vuelvo a Plasencia desde Gijón o Salamanca si algo echo de menos son el Dindurra y el Novelty. No digamos cuando uno se acerca, pongo por caso, a Lisboa y entra en los muy pessoanos Martinho de Arcada y A Brasileira.

Ya que cito a Salamanca, bueno será reconocer una paradoja: ni nuestra supuesta idiosincrasia castellana nos ha permitido poseer algo tan castellano como las cafeterías.

Es verdad que puedo sentarme en una mesa del Español o del Santa Ana o del Torero (con su reproducción del madrileño Café Gijón al fondo), pero, si nos ponemos estupendos, ninguno fue planeado como café. Ni por su disposición ni por su ambiente.

Ahora que, como solemos repetir con Gil de Biedma, de casi todo empieza a hacer veinte años, a un paso del vigésimo aniversario de la muerte del profesor Juan Manuel Rozas, conviene recordar la apertura del Gran Café de Cáceres, un local inseparable de la mal llamada movida cacereña de aquellos años. Uno, nada noctámbulo, pasó allí buenos ratos en compañía de algunos de los protagonistas de aquel resurgimiento cultural, el mismo que ha llegado, fortalecido por el paso del tiempo y por las sucesivas incorporaciones que se han sumado a este intangible proyecto, hasta nuestros días. Por poner sólo una muestra, me gusta evocar allí, sentado al piano, al poeta Felipe Núñez, quien, con justicia, podríamos designar, al modo rockero, como líder natural de aquel grupo.

Por eso me alegra también especialmente la apertura en Plasencia de otra de sus sedes, y con el mismo nombre.

Como dice Vargas Llosa,“Europa es ante todo un café repleto de gente y palabras, donde se escribe poesía, conspira, filosofa y practica la civilizada tertulia”. Un café “inseparable de la grandes empresas culturales, artísticas y políticas de Occidente”.

7.12.05

El blog de Tato

Será la novedad, no digo que no, pero esto tiene algo de regusto infantil de la mejor especie. Por ejemplo, con el intercambio de cromos. Ofrezco uno: el blog de José Tato González: Activando la disidencia. Lo descubro en el de Josemari Lama.
A este paso no vamos a hacer otra cosa. Y luego dice el Tonto del Guadiana que aquí no se lee...

6.12.05

Solitarios

Lo dice hoy en El País Vila-Matas: "Siempre un verdadero artista es un solitario de sí mismo". Es muy recomendable leer entero su artículo La gloria solitaria, de donde entresaco esa frase.

Pequenos escritores

El poeta portugués Ruy Ventura, que viene narrando en Esta vida de professor sus reflexiones en torno a ese difícil pero apasionado empeño, nos informa de una experiencia muy gratificante con sus alumnos: un "Clube de Escrita". Tienen su propio blog: pequenos escritores de santana.

3.12.05

Pura poesía

La soledad puede ser genética, según asegura un estudio conjunto publicado por la Universidad de Chicago y de Amsterdan. Esta patología está demostrado que afecta a la salud, y especialmente al corazón.

(Cadena SER)

Habilidad

Uno debería poder presumir de según qué habilidad cuando tiene plena conciencia de que la domina como un consumado maestro. He llegado al convencimiento de que hay una que tengo del todo controlada. Lo peor es que no he tenido que poner nada de mi parte para hacerme con ella. Vamos, que he nacido con esa destreza, lo que me produce mala conciencia.
No siempre puedo ponerla en práctica, eso sí. Depende, por ejemplo, de las condiciones meteorológicas (que me han sido muy adversas hasta hace poco). También de otros factores, como se podrá deducir. No le doy más vueltas: la técnica que domino a la perfección es la de pisar en las losetas mal fijadas al pavimento y, por tanto, salpicarme los zapatos y los pantalones (no he llegado a pasar de las rodillas, pero todo se andará) con el agua acumulada en su interior por culpa de la lluvia (o del riego intensivo).
Hoy he practicado en Plasencia, pero lo habitual es que lo haga en la calle Santa Eulalia de Mérida, una perfecta pista de entrenamiento.
Nadie sabe lo que me acuerdo de las pobres madres de algunos ediles.

Jesús G. Calderón

Bueno, bueno, bueno, otro amigo se incorpora al club. Cuánto me alegro. Le toca turno a Jesús García Calderón, poeta (ante todo) y (joven) Fiscal Jefe de Andalucía. Compartimos, entre otras cosas, el año de nacimiento (1959) y el paso por los Maristas. Su bitácora lleva un subtítulo elocuente: "Una mirada humilde y distante". Seguro que merecerá la pena ir echándole cada poco un ojo. O los dos. Lo que no sé es de dónde va a sacar tiempo este hombre para sus anotaciones. Le propongo desde aquí que cuando escriba alguna entrada desde el extranjero lo haga constar, siquiera sea a viaje pasado, para evitar problemas mayores. Lo digo porque sé que no para y que lo mismo vuela a Santiago de Chile (de donde acaba de regresar) que a la selva amazónica, a Bogotá que a Buenos Aires. Bienvenido a la aventura bitacorera.

Fumar

Hace unos días, en medio de una comida, alguien pidió al resto de comensales permiso para fumar. El comentario suscitó un pequeño revuelo. Se recordó que a partir de enero las cosas se iban a poner difíciles para los fumadores. Fue entonces cuando otro sugirió manifestarse en contra de esas medidas. Aunque uno es sólo fumador pasivo (por amor, desde hace treinta años), no pude por menos que plantear una solución: proponer al PP de Mariano Rajoy (que fuma puros) que la organice. Están en racha. Lo harían encantados. Por liberales, mayormente.

2.12.05

Szymborska

Abel Murcia, director del Instituto Cervantes de Varsovia y traductor del último libro traducido al español de Wislawa Szymborska, Instante, me ofrece una primicia y, de paso, me permite (¡gracias, amigo!) compartirla con los lectores de esta bitácora.
Según me cuenta Abel, la Premio Nobel
de Literatura polaca, acaba de publicar un nuevo libro de poesía bajo el título Dos puntos. La obra, que recoge 17 poemas, ha aparecido en la editorial a5 de Cracovia, ciudad en la que reside la poeta, y es el segundo libro publicado por Szymborska tras recibir el Nobel en 1996. Instante (la mencionada versión española vio la luz en la editorial Igitur), libro anterior de la autora, aparecido en Polonia en 2002, fue uno de los libros de poesía más vendidos en España en 2005.
En rigurosa primicia, publicamos uno de los poemas de ese libro:

ABC

Ya nunca sabré
qué pensaba de mí A.
Si B. llegó a perdonarme de verdad.
Por qué C. aparentaba que no pasaba nada.
Qué papel jugó D. en el silencio de E.
Qué esperaba F., si es que esperaba.
Qué aparentaba G., a pesar de estar segura.
Qué quería ocultar H.
Qué quería añadir I.
Si el hecho de que yo estuviera a su lado
tuvo alguna importancia
para J. para K y para el resto del alfabeto.


De Dos puntos

Traducción del polaco: Abel A. Murcia Soriano

Josemari Lama

Sí, puede que cada día nazcan 70.000 nuevas bitácoras, pero no todos aparece la de Josemari Lama. Las piedras del río se llama. Bienvenido al club. Como tú dices, un abrazo de secta.

Saudade

Recoge la cita el poeta Ruy Ventura en su blog:
“A saudade é a homenagem que a alma do presente presta à alma do passado” (Edmund Burke)

La bitácora de Azúa

Hay una solución para los que echen de menos, como yo, las columnas de Azúa en El País: visitar su blog. Inteligencia en vena.

1.12.05

Manifiesto por la lectura

"El mundo del libro al completo -editores, autores, libreros, distribuidores- presentaron ayer un «Manifiesto por la lectura» en el que reivindican que la lectura sea el eje que vertebre el sistema educativo. Y, más allá, pide a las administraciones públicas que, para ello, corrijan una de las más graves deficiencias de la enseñanza pública: la casi nula dotación de las bibliotecas escolares. «Queremos escuelas que suministren en sus bibliotecas los elementos básicos para que todos los alumnos, con independiencia de su situación familiar, puedan tomar contacto con los libros», explica uno de los puntos del manifiesto, presentado en el marco del encuentro «Por una escuela de lectores»" (Juan Carlos Rodríguez, La Razón)

Por si a alguien le interesa: Manifiesto por la lectura

Alonso de la Torre

Me alegro del nuevo fichaje periodístico del HOY: Alonso de la Torre.
El Periódico Extremadura, donde trabajaba desde que volvió a su tierra desde Galicia, pierde a un excelente profesional, el mismo que gana el otro diario.
Julián Rodríguez, el antiguo director, acertó de lleno al abrirle las puertas del Extremadura.
No creo que haya habido un periodista más interesante en la prensa extremeña de los últimos años. El suyo es todo un estilo. Cáceres es otra desde que él la nombró "ciudad feliz". O eso parece.
Estén atentos. Este hombre nos deparará más sorpresas.
¡Enhorabuena, José Ramón!