28.9.05

Viaje en autobús

Camino de Mérida, ay, bajé en autobús hasta Cáceres la otra mañana. No miento si digo que hacía veinticinco años que no repetía la hazaña. Sí, porque de eso se trata. Cola en la Estación de Autobuses de Plasencia -una de las más feas del mundo feo de las Estaciones de Autobuses- para subir al vehículo porque no despachan con antelación los billetes en la taquilla. El viaje, interminable. De hora y media, más de lo que uno tardaba entonces. El citado autocar era también de aquella época. Para recalcar ese salto en tiempo, sonaba en la radio un programa de coplas. La única diferencia que noté es que ahora sigue oliendo a gasoil pero ya no a humo de tabaco. Esa mezcla de aromas, más el ambiente cargado por el olor a humanidad y las inevitables curvas del Tajo, siempre me tenían al borde de... De eso. Es más, dentro de la cartera llevaba una bolsa, por si acaso.
En la Estación de Cáceres me esperaba mi compañero Luis Sáez. Alguno pensaría vete tú a saber. Es la moda. Le relaté el viajecito. Hace unos pocos años escribí un relato de ese trayecto para el número 1 de la colección Baluerna. Se podría decir que lo escribí ayer tarde. Poco, demasiado poco ha cambiado. Lástima.